El sábado pasado la Radio Galega dedicó buena parte de su programa semanal sobre ciencia (efervesciencia, financiado en parte por el Ministerio de Economía y Competitividad) a una entrevista conmigo que se dedicó casi íntegramente al trabajo que realizamos en Economics for Energy. Aunque la entrevista de Manuel Vicente está en galego (para aquellos lectores no españoles de nuestro blog, el galego es una lengua muy próxima al portugués pero con una fonética algo más inteligible para los hablantes de castellano), la reproduzco aquí porque me sirve para ilustrar algunas cuestiones que llevo tiempo queriendo tratar.
En un momento bastante divertido, el entrevistador me sorprendió diciendo que iban a utilizar métodos similares a los que empleamos para nuestras investigaciones para saber qué opinaba la gente de algunos de nuestros trabajos. El caso es que salieron a la calle y empezaron a preguntarle a viandantes sobre nuestra propuesta de impuesto sobre ineficiencia energética de las viviendas. Ya os podéis imaginar las respuestas que surgieron, desde los que creían que se trataba de una broma hasta los que les parecía un abuso en una situación de crisis como la actual. En otro momento la ‘abuela de Einstein’ me preguntó sobre nuestra supuesta obsesión (mía y de los colegas de Economics for Energy, entiendo) por elevar los precios de la electricidad y de los carburantes de automoción… No voy a justificar de nuevo el impuesto que propuse con Ana Ramos, Alberto Gago y Michael Hanemann hace unos meses. Creo que es bastante claro que se trata de una medida puramente incentivadora (no recaudadora) y que forma parte de un paquete bastante más amplio. Sobre mi supuesta preferencia sobre precios más altos de los productos energéticos, ésta se basa exclusivamente en la necesidad de incorporar todos los costes (especialmente los externos) y en fomentar la eficiencia energética (como herramienta para luchar contra los problemas ambientales y la dependencia).
Pero si en algo tenía razón el entrevistador es en nuestro gran interés en las preferencias sociales sobre aspectos clave del mundo energético (precios, políticas, tecnologías, etc.). Nos hemos preocupado, durante los últimos meses, en estudiar las preferencias sociales sobre las políticas climáticas en España (aquí y aquí), observando que hay una moderada disponibilidad al pago por actuaciones en el ámbito eléctrico y del transporte. Estamos analizando también de la influencia de las actitudes ambientales en los hábitos sobre eficiencia energética en España (ver aquí y aquí) y también estamos explorando la mayor disponibilidad a pagar por coches más eficientes energéticamente (espero que en los próximos días podáis acceder a un nuevo documento de trabajo que estamos ultimando con gente del BC3), en todos los casos con resultados positivos. Además estamos destinando cada vez más esfuerzo a entender la reacciones de los consumidores ante cambios de precios de los productos energéticos: en las próximas semanas esperamos subir un análisis de demanda de carburantes de locomoción en España (pre y post-crisis), un análisis más completo de la demanda de calefacción en España (incorporando decisiones sobre el stock) y un estudio sobre la demanda de energía en México.
Por supuesto, es normal que un centro interesado en economía de la energía se ocupe especialmente de estas cuestiones porque la economía es una ciencia social. Solo así, además, podremos cumplir con parte de nuestra misión: suministrando información útil para sociedad, empresa y reguladores sobre los efectos de los cambios de precios energéticos (ocasionados o no por políticas públicas), el papel de las características socio-económicas de las familias o su ideología, entre otras cuestiones, sobre las decisiones en este ámbito.
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