La generación eléctrica consiguió reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la creciente participación de las renovables. En muchos países europeos, entre ellos España, la contribución de las renovables ya se acerca a un 20% de la producción total. Todo esto es un acontecimiento muy positivo.
Por desgracia, esto no es el fin de la historia. Las energías renovables son la mejor herramienta – junto a la eficiencia energética – que tenemos a nuestra disposición para reducir las emisiones en la generación eléctrica, pero son una solución que tiene efectos secundarios. Muchos países tienen problemas a la hora de descarbonizar el sector eléctrico. En este blog ya hablé, en varias entradas, de los ejemplos de Japón, Gran Bretaña y Alemania (ver entradas sobre Alemania, sobre Gran Bretaña, sobre Japón y Alemania). En aquellas entradas me dediqué sobre todo a problemas muy especiales de los diferentes mercados. Hoy intento describir otro problema más global relacionado a las renovables que todavía no describí en detalle en las entradas anteriores: la variabilidad de la generación renovable.
Por desgracia, esto no es el fin de la historia. Las energías renovables son la mejor herramienta – junto a la eficiencia energética – que tenemos a nuestra disposición para reducir las emisiones en la generación eléctrica, pero son una solución que tiene efectos secundarios. Muchos países tienen problemas a la hora de descarbonizar el sector eléctrico. En este blog ya hablé, en varias entradas, de los ejemplos de Japón, Gran Bretaña y Alemania (ver entradas sobre Alemania, sobre Gran Bretaña, sobre Japón y Alemania). En aquellas entradas me dediqué sobre todo a problemas muy especiales de los diferentes mercados. Hoy intento describir otro problema más global relacionado a las renovables que todavía no describí en detalle en las entradas anteriores: la variabilidad de la generación renovable.