El pasado 14 de marzo el Parlamento Europeo aprobó una resolución sobre la Hoja de Ruta de la Energía para 2050. En esta resolución, los Miembros del Parlamento dan un apoyo explícito a un futuro energético verde para Europa, haciéndose eco de la Hoja de Ruta para 2050 elaborada por la Comisión Europea y reconociéndola como la base para el desarrollo de un marco de políticas energéticas tanto a largo como a medio plazo, lo que incluye, entre otros, la fijación de objetivos a 2030. Esta resolución es el preludio de la publicación del Libro Verde de la Energía a finales de marzo, que pretende fijar para Europa una estrategia verde en el medio plazo (es decir, a 2030).
Tal y como admite el Parlamento Europeo en su resolución, los objetivos de renovables han contribuido a la extensión de la capacidad renovable. Los objetivos representan un compromiso de los países con las tecnologías limpias y, por tanto, reducen la incertidumbre, haciendo más viable la inversión. Buena muestra de ello es el hecho de que en los últimos años la capacidad renovable ha aumentado precisamente en aquellos países en los que se han introducido objetivos de renovables que, según el “Global Status Report” de REN21 para el año 2012, se han más que doblado entre 2005 y 2012.
La falta de objetivos más allá de 2020 constituiría una barrera a la inversión renovable precisamente por el mismo motivo; tal y como explica el Libro Verde (o el borrador al que se ha tenido acceso hasta la fecha), los largos ciclos de inversión que suponen los proyectos renovables implican que los activos que se financien ahora estarán todavía en activo en 2030 (y más allá). Por tanto, si no hay un compromiso firme por parte de los países más allá de 2020, los inversores no desearán embarcarse en nuevos proyectos. Entre otros, esa es también una de las conclusiones del proyecto RES4LESS, proyecto europeo para identificar e inducir el desarrollo de energías renovables de manera coste-eficiente y sostenible mediante los mecanismos de cooperación entre países. En su particular clasificación de barreras, ésta se identifica como una barrera de importancia y difícil de vencer.
Por tanto, la visión de una estrategia a 2030 parece una buena noticia: una reducción del riesgo para los inversores asegura una mayor voluntad de inversión en el presente. Y esto último es importante, puesto que sin inversión en el corto plazo es difícil pensar en el logro de grandes objetivos en el largo plazo. Sin una inversión continuada, la industria no estará preparada para alcanzar mayores objetivos cuando la economía mejore y se acerque el momento en el que los objetivos deben estar consolidados.
Así, la decisión del Parlamento Europeo de fijar un objetivo que lleve a una estrategia a medio plazo parece razonable. Los países deben tomar sus propias decisiones acerca de las políticas más adecuadas para lograr determinados objetivos, pero un control intermedio forzará a los países a no postergar determinadas acciones esperando épocas de bonanza económica, cosa que implicaría, además, un mayor gasto global que el de una situación de apoyo continuado.
No obstante, y en línea también con el trabajo de RES4LESS, la fijación de objetivos a medio plazo puede no ser suficiente para incentivar la inversión renovable en este momento. Además de la fijación de objetivos, es importante que éstos sean creíbles. Y para ello, son necesarias las penalizaciones por incumplimiento. Actualmente, las directivas europeas prevén penalizaciones en forma de pagos para aquellos países que no cumplan con su objetivo de renovables. Sin embargo, estas penalizaciones no están predeterminadas sino que deben establecerse caso por caso y, por tanto, nadie sabe ahora mismo cuál va a ser la penalización por incumplimiento a 2020. En la actual coyuntura económica, no es descabellado pensar que más de un país pueda incumplir sus objetivos. Y con un incumplimiento “masivo” no parece realista pensar en penalizaciones muy duras: ¿tendrían los países cumplidores la fuerza (y el deseo) suficiente como para aprobarlas? Y si las penalizaciones por incumplimiento del objetivo a 2020 no son evidentes, la fijación de nuevos objetivos podría no surgir el efecto deseado al no implicar el compromiso suficiente que requieren los inversores. Así, para el buen funcionamiento del sistema, sería necesario también que se clarificaran las sanciones por incumplimiento y que la Unión Europea se comprometiera seriamente a mantener estas sanciones fuera cual fuera el caso.
Habrá pues que seguir la evolución de las acciones europeas en todos estos aspectos y también la reacción de los países a las mismas. Con todo, parece que las cosas están empezando a ir por el buen camino.
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