Hoy hemos presentado, en la sede de la Comisión Nacional de la Energía en Madrid, nuestro informe anual, titulado “Potencial económico de reducción de la demanda de energía en España”. Tanto el resumen ejecutivo como el informe completo ya están disponibles en nuestra web. Aunque animamos a nuestros seguidores a leer los informes, aquí avanzamos un resumen del mismo.
Nuestro objetivo era estimar los potenciales y costes de reducción de la demanda de energía en España. Esta estimación de costes no se había realizado hasta el momento, y además, esta información es especialmente útil y necesaria para el correcto diseño y evaluación de políticas de ahorro y eficiencia energética, prioritarias en la búsqueda de mayor seguridad energética, menos emisiones y más ahorros económicos.
Nuestro objetivo era estimar los potenciales y costes de reducción de la demanda de energía en España. Esta estimación de costes no se había realizado hasta el momento, y además, esta información es especialmente útil y necesaria para el correcto diseño y evaluación de políticas de ahorro y eficiencia energética, prioritarias en la búsqueda de mayor seguridad energética, menos emisiones y más ahorros económicos.
La principal conclusión es que la evolución tecnológica y unas políticas activas de ahorro y eficiencia energética se podrían traducir en el año 2030 en una reducción acumulada del 40% de la demanda energética en España sobre el escenario previsible en ausencia del medidas de ahorro. Y un gran porcentaje de esta reducción se podría lograr a costes rentables.
Los resultados muestran que para 2030 la demanda pueda estabilizarse cerca de los niveles de 2010, lo que supondría una reducción de un 26% respecto a la demanda previsible en ausencia del cambio tecnológico. A mayores, la implantación de políticas más agresivas o una evolución acelerada de las distintas tecnologías podrían proporcionar un potencial de reducción aún mayor. Así, la apuesta por las tecnologías más eficientes conllevaría una reducción adicional de un 20% sobre el escenario esperable para 2030, algo que se situaría por encima de los ambiciosos objetivos de la UE a este respecto. El estudio no ha considerado los efectos de cambios de comportamiento, por lo que el diseño de políticas de concienciación de los consumidores o el aumento de los precios (por ejemplo a través de impuestos) podría llevar a ahorros todavía mayores.
El informe avanza que dejar los cambios a merced del mercado no resultaría tan efectivo, incluso en un escenario de avance tecnológico (que podría ser promovido políticamente), especialmente si el coste de la energía es bajo. El escenario tecnológico y de bajos precios de la energía logra por ello una reducción bastante menor (aunque no despreciable), del 15% con respecto a los niveles tendenciales.
Respecto a los costes, los resultados también son llamativos. A pesar de que incorporan la interacción entre las tecnologías y, sobre todo, unas tasas de descuento elevadas para los consumidores residenciales, todos los escenarios muestran cómo más del 40% del potencial de reducción podría lograrse con costes negativos y más del 60% se lograría a un coste inferior a 50€/MWh (que es inferior al coste considerado para casi todos los combustibles en 2030). La comparación de costes entre escenarios también apunta a la enorme influencia de los precios de la energía: un precio bajo del gas natural, asumido por este informe para el escenario tecnológico, hace que el coste de las medidas de eficiencia energética aumente considerablemente porque se reducen los ahorros monetarios. Por ello, es especialmente necesario reiterar la importancia de que los precios de la energía recojan todos los costes para dar la señal correcta al ahorro energético también desde esta perspectiva.
Medidas de ahorro prioritarias
La correcta ejecución de las políticas ya existentes de fomento del ahorro energético, como la sustitución de calderas en edificios o la reducción de consumos en el transporte, se señala en el informe como un factor determinante en el escenario tendencial de reducción de demanda.
Las recomendaciones del informe en relación a la optimización de estas políticas de cara al futuro se centran en asegurar una mayor penetración de las energías renovables en el sector eléctrico; reducir los consumos en los vehículos potenciando los híbridos pero también mejorando los convencionales; favorecer el cambio modal hacia el ferrocarril; y mejorar la eficiencia en la climatización de edificios mediante calderas eficientes y bombas de calor. Por su parte, el escenario tecnológico apunta a las tecnologías con mayor potencial de evolución: las de iluminación eficiente, los coches híbridos o los coches eléctricos. En este caso será fundamental que la evolución tecnológica se materialice y se abarate su coste, para lo que puede ser esencial un esfuerzo adicional en I+D.
Reflexión sobre las políticas más apropiadas
El informe reflexiona además la efectividad de las distintas políticas de apoyo que puedan establecerse. En este sentido, el informe muestra un potencial de reducción muy importante que puede ser alcanzado a costes muy bajos. Sin embargo, esto no implica que la tarea sea sencilla, porque la existencia de abundantes medidas con costes negativos confirma la presencia de numerosas barreras no económicas al desarrollo de este potencial, que deberían afrontarse mediante las políticas adecuadas. Las subvenciones generalistas a la inversión, bastante habituales en la práctica, no resultan especialmente adecuadas porque simplemente mejoran la rentabilidad económica (ya satisfactoria de por sí en muchas de las medidas) sin resolver los problemas de costes ocultos, altos costes de transacción o barreras no económicas. La fiscalidad, aunque sí da señales adecuadas en el largo plazo y por tanto corrige el efecto sobre el precio de la energía, tampoco permite solventar el problema precedente.
Como alternativas, en el informe se recogen otras políticas que pueden ser más exitosas, como la aplicación de estándares lo más flexibles posible, los acuerdos voluntarios, la simplificación de procesos administrativos o el uso de ayudas directas bien focalizadas. Sin embargo, este es un campo aún por explorar, en el que no hay soluciones evidentes y en el que solo una limitada experiencia internacional puede servir de guía.
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