24 mayo, 2013

Las relaciones energéticas entre China y África

El año de la serpiente comenzó bien para China. A finales de febrero, la República Popular superó a los Estados Unidos y se convirtió en la primera potencia comercial del mundo. De hecho, en 2012 la importación y exportación ha llegado a 3,87 mil millones, mientras que en los Estados Unidos éstas mismas alcanzaron 3,82 mil millones de dólares.
La economía de EE.UU. es dos veces mayor que la de China, sin embargo, las diferencias tienden a reducirse. En esta carrera frenética, la sed china de energía no tiene límites, y a pesar de que Estados Unidos sigue siendo el mayor consumidor e importador de energía del mundo, China lo está alcanzando. Sin embargo, debido a los nuevos desarrollos tecnológicos así como a las enormes reservas de petróleo y el descubrimiento de gas de pizarra en los EE.UU., los estadounidenses se mueven hacia la independencia energética  (véase nuestra entrada aquí), mientras que por el contrario, los chinos son cada vez más dependientes del Medio Oriente.
Las importaciones de petróleo crudo de China han aumentado aproximadamente el 13% anualmente desde 1994. A fin de satisfacer su creciente consumo y las importaciones de petróleo, China está diversificando sus proveedores e incita a su compañía petrolera nacional a invertir en África, el Oriente Medio y otros lugares.
En la última década, la competencia china por los recursos de petróleo y la inversión en infraestructuras en el sector energético africano ha ido más allá de lo que generalmente  ha ocurrido con los países occidentes, incluyendo proyectos de generación de energía para los países africanos. Las estadísticas de las aduanas chinas revelan que de 2001 a 2005 el comercio entre China y África aumentó un 268%, un poco menos que el crecimiento del comercio de China con el Oriente Medio en el mismo período (367%). No es sorprendente, por lo tanto, que en un amplio contexto económico, África se haya convertido en un importante proveedor de energía a China en los últimos años. África representa aproximadamente una tercera parte de las importaciones chinas de petróleo, con Angola, el Sudán, la República del Congo, Guinea Ecuatorial y Nigeria como los principales exportadores. Desde una perspectiva global, la participación de China en la producción total africana es todavía modesta, se estima en aproximadamente un 9%, en comparación con la participación del 32% de Estados Unidos y el 33% de Europa.
Desde el punto de vista de la industria mundial del petróleo, el petróleo Africano y especialmente de África occidental es importante por las siguientes razones: en primer lugar, en comparación con los países del Golfo Pérsico que tienen unas reservas probadas de petróleo de 752,5 millones de barriles, y constituyen el 54,4% de las reservas mundiales de petróleo comprobadas, África tiene reservas probadas de petróleo de 132,1 millones de barriles que se estiman en un 9,5 % de las reservas mundiales de petróleo. África Occidental constituye aproximadamente el 50% o 60 millones de barriles. Mientras que las reservas africanas de petróleo son aún inferiores a aquellas en los estados del Golfo Pérsico, las reservas probadas de petróleo de Nigeria y Libia son más altas que las de Estados Unidos, China, Brasil, India y otros petro-estados como Azerbaiyán y México. En segundo lugar, las reservas probadas en África, sobre todo en el África Occidental, han aumentado a un ritmo mucho más rápido en comparación con el resto del mundo, y en particular con Oriente Medio. En tercer lugar, en un momento en que los demás países productores de petróleo están reafirmando el control estatal de sus industrias petroleras, la nacionalización de recursos ha sido poco significativa en África. En contraste, los estados africanos, sobre todo  los países de África Occidental como Nigeria, Angola, Gabón, Ghana, Guinea Ecuatorial, Chad y otros, han mostrado su interés en el desarrollo de la producción de petróleo y han permitido la entrada a las empresas multinacionales, cosa que se demuestra por el aumento previsto en la producción de petróleo en estos países.
No es en vano que el nuevo Presidente chino  Xi Jinping comenzó su gira en África. En Tanzania, Xi inauguró un proyecto de puerto de $10 mil millones y declaró que Beijing mantendría su promesa de 2012 para proveer $20 mil millones en préstamos para desarrollar la infraestructura africana, agricultura y empresas. De esta manera, los chinos también proporcionan la infraestructura necesaria para desarrollar los vastos depósitos de cobre y uranio que pretenden explotar junto con los yacimientos de petróleo. Los proyectos de generación eléctrica tienen prioridad, solamente en Gana se ha invertido $5,3 mil millones invertidos, incluyendo los $660 millones de la presa Bui. Angola, Sudán, Etiopía y Nigeria--los tres últimos proveedores principales de petróleo a China--también son beneficiarios claves.
Sin embargo, esta presencia China tiene su otra cara de moneda: una condiciones de explotación en las minas de cobre Zambianas que no tienen nada que envidiar a las de los ex potencias coloniales, una corrupción que, una vez más, prospera en un territorio que tradicionalmente ha sufrido esta lacra además de fricción social existente, lo que hace que estén lejos de la imagen de 'armonía' que Beijing desea promover.
En todo caso, China es ahora una parte integral de la ecuación geopolítica africana y ha despertado incluso una explosión de interés por parte de antiguas potencias coloniales, como Francia, que se habían desinteresado en buena medida de este continente. También se están agudizando las preocupaciones internacionales sobre el comportamiento chino e instan a que  Beijing sea una potencia mundial más responsable. Por otra parte hay indicios de legisladores chinos, académicos, ONG e incluso empresas que están empezando a reflexionar sobre el papel de China en África. Muchos países africanos se benefician de un 'auge de China', pero estarían mejor servidos si Beijing adoptara nuevas medidas en el equilibrio entre intereses económicos y el bienestar de los pueblos africanos. Solo de esta manera China sería capaz de demostrar al mundo que su llegada a África es de hecho diferente a la de las antiguas potencias coloniales.

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