En este blog ya nos hemos ocupado con anterioridad del shale gas o gas de pizarra. El interés en el desarrollo del gas de pizarra en México ha llevado a organizar foros de debate, como el llevado a cabo hace unos meses por la Secretaría de energía de México y denominado “Perspectivas Nacionales e Internacionales de la industria de Shale Gas y su contribución al desarrollo del Sector Energético”. Al foro se invitó a especialistas de talla internacional a fin de generar discusión y una masa crítica en favor de la explotación del gas de pizarra en México. En el foro se vertieron muchos puntos de vista pero no hubo coincidencias en cómo impulsar su exploración.
Como se ha comentado una entrada previa de este Blog, México ocupa el cuarto lugar mundial por sus recursos potenciales de gas de pizarra en las estimaciones del Departamento de Energía de Estados Unidos, con 19.260 millones de metros cúbicos. De hecho, Pemex ha dado a conocer obtenido en febrero pasado la primera producción de este gas del pozo Emergente 1, ubicado en el municipio de Hidalgo, Estado de Coahuila (Norte de México), con un nivel de extracción de más de 82.000 metros cúbicos al día.
Ante este enorme potencial, en México se cuestiona si Pemex puede desarrollar esta gigantesca industria. Al parecer, el gas de pizarra no está en los planes de Pemex, quizá por razones de rentabilidad y presupuesto, (para alcanzar un importante desarrollo en el campo del gas de pizarra y competir así con otros productores en el mundo se requieren por lo menos 600.000 millones de dólares en inversiones para los próximos 50 años. Esto podría modificarse si se produjese el esperado cambio de marco legal, que traería una nueva estructura de Pemex, aunque a la fecha los candidatos presidenciales en México no se han pronunciado sobre el tema.
Una opción para favorecer el desarrollo del gas pizarra en México podría tomar como referencia actuaciones anteriores de Pemex en el ámbito del gas natural. En este sentido, a finales de 2001 Pemex solicitó ayuda de compañías petroleras internacionales para incrementar las reservas y la producción de gas natural y evitar su creciente importación. Como respuesta a este problema, Pemex desarrolló los esquemas denominados Contratos de Servicios Múltiples desde 2003, que han tenido fuertes críticas por su supuesta operación al margen de la ley y de la Constitución mexicana. Mediante este tipo de contratos se encarga a una compañía petrolera, nacional o extranjera, la búsqueda y extracción de gas natural no asociado (yacimientos exclusivos de gas natural) en un área donde el contratista es el único facultado para realizar esas actividades. Los productos de gas y condensados son posteriormente entregados a Pemex exploración y producción para su comercialización. El contrato firmado contempla un ciclo completo de actividades de exploración y producción y tiene una duración promedio de 15 a 20 años. El contratista se desempeña como operador; aporta capital, tecnología, y personal; goza de libertad para subcontratar todo con excepción de la administración del proyecto y debe realizar una serie de inversiones y trabajos obligatorios, recibiendo incentivos para que explore y maximice la producción. El reembolso de inversiones, costos y gastos queda condicionado a que el proyecto genere ingresos pues la única fuente de ingresos es la venta de la producción. El monto que se paga mensualmente, sujeto a reglas y límites precisos, depende del volumen de trabajos realizados y de un catálogo de precios unitarios. El pago de los derechos de extracción de hidrocarburos queda a cargo de Pemex Exploración y Producción, y el contratista sólo está sujeto al impuesto sobre la renta.
Un problema de esta alternativa para el desarrollo del gas pizarra, sin embargo, tiene que ver con la ausencia de obligación de Pemex para cubrir los gastos en caso de que los yacimientos resulten secos, algo perfectamente posible en este caso. Por todo lo anterior, preveo un fuerte debate y demanda de reforma energética en México tras el descubrimiento de estas grandes potencialidades de gas de pizarra.
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