Desde hace años el transporte de residuos nucleares por tren entre Francia y Alemania ha generado protestas del colectivo antinuclear alemán. Las de este año son más significativas, ya que son las primeras que se producen después del anuncio del “apagón” nuclear por parte de Angela Merkel, después de la catástrofe en la planta japonesa de Fukushima. De hecho, el gobierno alemán decidió el 14 de Marzo de 2011 suspender la producción de siete reactores que habían entrado en servicio hace más de treinta años durante tres meses, y un octavo se detuvo por problemas técnicos. Estos ocho reactores representan por sí solos una capacidad de 8336 MW, el 41% de la capacidad de las centrales nucleares alemanas. Poco después, el 30 de Mayo de 2011, el gobierno alemán decidió cerrar el resto de las centrales nucleares de forma gradual hasta el año 2022. Una decisión de este calado nos lleva a plantear preguntas respecto a su impacto económico y a quién sufragará el coste.
Como ya se ha comentado en este blog, el cierre de las centrales nucleares tiene repercusiones de orden económico, un aumento de las emisiones de CO2 por usar más combustibles fósiles y el incremento de las importaciones de energía de los países vecinos (Francia y República Checa). Además, el apagón nuclear tendrá un coste para el consumidor, que se verá reflejado en la factura de electricidad. Según Matthias Kleiner (director de la agencia alemana de investigación) es probable que los consumidores tengan que pagar 1 o 1,5 céntimos de euro más por kWh de electricidad, lo que representa un incremento del 5% en las facturas de electricidad.
Además, el gobierno alemán está cada vez más preocupado, sobre todo, por la seguridad del abastecimiento energético. A pesar de la nueva legislación de fomentar las energías renovables, que deben aumentar del 17% al 35% en 2020 y alcanzar el 80% en 2050, éstas todavía no pueden compensar el déficit energético creado por la ausencia de la energía nuclear. En cuanto a los aspectos económicos del cambio, la electricidad de las centrales de carbón convencional cuesta aproximadamente 62€ por MWh, el precio se incrementa aproximadamente un 50% llegando a 93€ por MWh para la energía eólica, a 155€ por MWh de energía eólica marina, y a 200€ por MWh de energía solar. Pese a que las energías renovables tienen un coste diferencial alto, la mayoría de los alemanes lo aceptan: según una encuesta reciente de la TNS insratest, el 79% de los alemanes opinan que los honorarios de las renovables son razonables, y sólo el 15% los consideran “demasiado altos”.
Vista la situación actual, esto significa que Alemania probablemente tendrá que comprar la electricidad, además de construir nuevas plantas de gas o de carbón, lo que cambiaría el patrón de los flujos energéticos entre Alemania y sus países vecinos. De hecho, la Creg (regulador federal belga) pronostica un aumento de los precios de la electricidad que podría llegar al 20% en el año 2022, y considera que el cierre de las centrales nucleares ya tiene sus repercusiones sobre los precios de energía en Bélgica. Según la Creg, el precio “year ahead” en la bolsa de valores Endex es de más de 4,5€ por MWh en relación al año anterior. En el mercado “Spot”, la diferencia de precios entre Alemania y Bélgica es notable, siendo los precios en Alemania cada vez más altos. La Creg ha observado también un aumento de las exportaciones de gas desde Zeebrugge (Bélgica) a Alemania. Además, el precio promedio de la tonelada de CO2 se ha incrementado alrededor de 1,5€.
En Francia, según el observatorio Europeo de Energía de Capgemini, el riesgo es real; de hecho, Francia es un país exportador de energía durante la mayor parte del año, sin embargo, utiliza la energía que exporta Alemania en los picos diarios de invierno. Según Capgemini, el cierre de las plantas alemanas podría causar un verdadero apagón en Francia, especialmente en algunas zonas marginales en líneas de alta tensión como Provence, Alpes o Côte-d’Azur.
Por último, los efectos del apagón nuclear en Alemania podrían extenderse por toda Europa, existiendo una mayor necesidad de redes para transmitir a las fuentes de energía más baratas (como la energía eólica del norte de Europa, o la solar del sur de Europa). Todo lo precedente sugiere la necesidad de plantear un marco supranacional europeo en el ámbito energético.
Como ya se ha comentado en este blog, el cierre de las centrales nucleares tiene repercusiones de orden económico, un aumento de las emisiones de CO2 por usar más combustibles fósiles y el incremento de las importaciones de energía de los países vecinos (Francia y República Checa). Además, el apagón nuclear tendrá un coste para el consumidor, que se verá reflejado en la factura de electricidad. Según Matthias Kleiner (director de la agencia alemana de investigación) es probable que los consumidores tengan que pagar 1 o 1,5 céntimos de euro más por kWh de electricidad, lo que representa un incremento del 5% en las facturas de electricidad.
Además, el gobierno alemán está cada vez más preocupado, sobre todo, por la seguridad del abastecimiento energético. A pesar de la nueva legislación de fomentar las energías renovables, que deben aumentar del 17% al 35% en 2020 y alcanzar el 80% en 2050, éstas todavía no pueden compensar el déficit energético creado por la ausencia de la energía nuclear. En cuanto a los aspectos económicos del cambio, la electricidad de las centrales de carbón convencional cuesta aproximadamente 62€ por MWh, el precio se incrementa aproximadamente un 50% llegando a 93€ por MWh para la energía eólica, a 155€ por MWh de energía eólica marina, y a 200€ por MWh de energía solar. Pese a que las energías renovables tienen un coste diferencial alto, la mayoría de los alemanes lo aceptan: según una encuesta reciente de la TNS insratest, el 79% de los alemanes opinan que los honorarios de las renovables son razonables, y sólo el 15% los consideran “demasiado altos”.
Vista la situación actual, esto significa que Alemania probablemente tendrá que comprar la electricidad, además de construir nuevas plantas de gas o de carbón, lo que cambiaría el patrón de los flujos energéticos entre Alemania y sus países vecinos. De hecho, la Creg (regulador federal belga) pronostica un aumento de los precios de la electricidad que podría llegar al 20% en el año 2022, y considera que el cierre de las centrales nucleares ya tiene sus repercusiones sobre los precios de energía en Bélgica. Según la Creg, el precio “year ahead” en la bolsa de valores Endex es de más de 4,5€ por MWh en relación al año anterior. En el mercado “Spot”, la diferencia de precios entre Alemania y Bélgica es notable, siendo los precios en Alemania cada vez más altos. La Creg ha observado también un aumento de las exportaciones de gas desde Zeebrugge (Bélgica) a Alemania. Además, el precio promedio de la tonelada de CO2 se ha incrementado alrededor de 1,5€.
En Francia, según el observatorio Europeo de Energía de Capgemini, el riesgo es real; de hecho, Francia es un país exportador de energía durante la mayor parte del año, sin embargo, utiliza la energía que exporta Alemania en los picos diarios de invierno. Según Capgemini, el cierre de las plantas alemanas podría causar un verdadero apagón en Francia, especialmente en algunas zonas marginales en líneas de alta tensión como Provence, Alpes o Côte-d’Azur.
Por último, los efectos del apagón nuclear en Alemania podrían extenderse por toda Europa, existiendo una mayor necesidad de redes para transmitir a las fuentes de energía más baratas (como la energía eólica del norte de Europa, o la solar del sur de Europa). Todo lo precedente sugiere la necesidad de plantear un marco supranacional europeo en el ámbito energético.
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