19 octubre, 2011

La seguridad energética, un problema global

El pasado mes de septiembre la Comisión Europea presentó un comunicado sobre seguridad energética y cooperación internacional. El comunicado muestra la importancia que está adquiriendo la seguridad energética dentro de la política energética europea. Junto con a la sostenibilidad y la competitividad, la seguridad se ha establecido como uno de los objetivos prioritarios en materia energética.
Actualmente la Unión Europea importa más del 60% del gas y el 80% del petróleo que consume. El crecimiento de la población mundial y el desarrollo económico de los países emergentes, especialmente China, podrían aumentar la demanda energética un 40% en el 2030. Estos hechos dejan a Europa en un panorama internacional de creciente competencia por los recursos energéticos, en un momento en el que sus reservas de recursos fósiles convencionales están disminuyendo. Por ello, es fácil de entender la creciente preocupación por la seguridad energética. 

Como comentaba Baltasar hace unas semanas, el tema de la seguridad también está cada vez más presente en la política energética española. La dependencia española de recursos fósiles es aún mayor que en el resto de Europa. Aunque el suministro está muy diversificado, casi la totalidad del petróleo y el gas que consumimos en España es importado. Esto implica una dependencia exterior de más de tres cuartas partes en la energía primaria consumida.
Como hemos comentado alguna otra vez en este blog, la seguridad energética implica importantes costes económicos. De ahí que una de las cuestiones más relevantes en materia energética sea cómo aumentar la seguridad. En su comunicado, la Comisión Europea pone especial énfasis en la necesidad de una política energética exterior común, con el fin de aumentar el poder negociador de los Estados Miembros a nivel internacional.
Desde mi punto de vista, la seguridad energética no debe plantearse como una lucha entre países importadores y exportadores de recursos fósiles. Está claro que un escenario con precios altos perjudica a los países importadores, y beneficia a los exportadores. Sin embargo, como se ha demostrado en la literatura, más allá del nivel de precios, lo que más perjudica a los países importadores de petróleo y gas, es un escenario de alta volatilidad e incertidumbre. Este mismo escenario es el más negativo para los países exportadores.
Lo explicaré de forma muy breve. Tanto si eres importador como exportador, el sector energético requiere de grandes inversiones de capital, y en la mayoría de los casos son a muy largo plazo y de un enorme coste económico. En el caso de los países exportadores, la inversión en el sector energético está relacionada con la exploración y extracción de recursos fósiles. Mientras que en el caso de los países importadores, se puede pensar en la construcción de centrales de generación eléctrica. De esta forma, cualquier medida que reduzca la incertidumbre, impulsará las inversiones, asegurando su rentabilidad económica a largo plazo, y así, evitando la sobrecapacidad o infracapacidad del sistema. Tanto los países exportadores como importadores deberían tener incentivos suficientes para llegar a acuerdos que establezcan escenarios más estables a largo plazo, con precios menos volátiles.
La seguridad energética es un problema global que requiere soluciones globales. Más allá de intereses particulares, la Unión Europea debe trabajar en una política energética común que tenga como objetivo acuerdos globales. La seguridad energética, al igual que la sostenibilidad y el cambio climático, otro de los objetivos prioritarios de la política energética europea, afecta negativamente a todos los países del mundo, y por tanto, es necesario llegar a consensos en los que tanto importadores como exportadores salgan beneficiados.

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