Hace unos días que se puede descargar de nuestra sección de publicaciones un documento de trabajo que he escrito sobre nuevos entornos para la fiscalidad energética y que se publicará próximamente, en versión más reducida, en la Revista de Economía de ICE. Cuando mi amigo Carlos de Miguel se leyó el trabajo me dijo que había material para varios papers y sugirió la posibilidad de diferenciar (sin dejar de vincular ambas cosas) las simulaciones para España del análisis cualitativo de tendencias, así que voy a seguir su consejo y ocuparme en esta primera entrada del contexto cambiante para la tributación energética.
En su parte más cualitativa, el artículo comienza explicitando las tres razones que justifican el uso de impuestos energéticos: recaudatorias, de captación de rentas de recursos, y ambientales. De hecho, estos impuestos surgieron en los años sesenta del siglo pasado para dotar de una fuente estable y abundante de recursos públicos (por las bajas elasticidades precio de los productos gravados, tal y como observamos en varias investigaciones recientes); una década después las crisis del petróleo llevaron a los países consumidores a adoptar una actitud defensiva frente a los productores con el uso de impuestos para evitar una mayor exportación de rentas; y desde los años noventa las preocupaciones climáticas han tenido una influencia creciente sobre estas figuras. En el trabajo argumento que en la actualidad las razones puramente recaudatorias vuelven a jugar un papel preponderante por las necesidades de mayores ingresos públicos en las economías avanzadas, lo que es compatible con las soluciones de extensión de bases y de igualación de tipos impositivos que se están llevando a cabo en distintos lugares. También resalto que los cambios no solo afectan a la capacidad recaudatoria de estos impuestos sino también a los usos recaudatorios habituales desde principios de los años noventa, muy centrados entonces en la reducción de otros impuestos distorsionantes (las reformas fiscales verdes, cuya configuración y evolución se revisan en profundidad en el documento de trabajo). Así, nuevas necesidades asociadas a la financiación de renovables y eficiencia energética, a las mayores preocupaciones distributivas o a los demandados procesos de consolidación fiscal, han originado esquemas de reforma fiscal verde de segundo óptimo.
El documento de trabajo sugiere también que la cambiante política climática, con nuevas soluciones y desafíos, está ejerciendo una notable influencia sobre la tributación energética. El creciente protagonismo de la adaptación al cambio climático, frente a la mitigación de emisiones, favorece la actuación de administraciones sub-centrales (también crecientemente interesadas en la mitigación) y puede producir cambios en el papel, diseño y uso recaudatorio de la imposición energética. Además, la proliferación de instrumentos climáticos exige la consideración de sus interacciones (positivas o negativas) con las figuras tributarias energéticas, algo especialmente importante en territorios (como la UE) en los que exista un mercado de derechos de emisión de GEI sin cobertura completa de todos los sectores. Todo lo precedente exige aproximarse a la imposición energética desde perspectivas de segundo óptimo que tengan en cuenta los múltiples objetivos que se persiguen y los efectos ocasionados por la imposición energética. Entornos sub-óptimos explican, de hecho, las nuevas figuras tributarias recogidas en este trabajo: un impuesto sobre carbono añadido, un impuesto sobre el uso de vehículos parcialmente diseñado para suavizar las pérdidas recaudatorias asociadas al declive de los motores de combustión para el transporte, o un impuesto sobre certificados de viviendas que busca complementar a los precios de la energía ante sus limitaciones para conseguir un nivel adecuado de rehabilitación energética.
En la siguiente entrada (el próximo miércoles) vincularé este nuevo entorno, con las peculiaridades españolas, a la propuesta de la Comisión Europea sobre fiscalidad energética y presentaré una simulación fiscal viable para España. Como se verá, los resultados son sorprendentes...
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