El Consejo de Ministros del pasado 24 de Junio aprobó la Estrategia Española de Seguridad. Este documento ha sido elaborado por un grupo de trabajo bajo la dirección de Javier Solana. Como explica muy bien Félix Arteaga, del Real Instituto Elcano, la estrategia se ocupa de analizar las amenazas y riesgos para nuestra seguridad, evaluando nuestra capacidad de respuesta e identificando líneas estratégicas de acción.
¿Qué tiene de particular la Estrategia Española de Seguridad, para que desde un blog como éste nos preocupemos por su contenido? La respuesta es simple. Asegurar el suministro energético es vital para el sistema económico y por ello la seguridad energética ha de formar parte del núcleo de la estrategia de seguridad general de cualquier país.
Las tensiones en el mercado de crudo se han intensificado en los últimos tiempos, y dada la situación geopolítica de algunos de los países productores y la alta demanda prevista en las economías emergentes, no cabe esperar una reducción de estas tensiones. A estos factores se añaden otros como el riesgo de catástrofes, la dificultad de extracción de reservas poco accesibles o el compromiso con la reducción de emisiones de CO2.Este escenario es especialmente complicado para países como el nuestro, que importa tres cuartas partes de su energía primaria. Esta circunstancia desemboca en una fuerte dependencia energética del exterior, con importante implicaciones para la seguridad, haciéndonos mucho más vulnerables ante cualquier interrupción del suministro exterior.
La Estrategía de Seguridad de España propone varías líneas de acción para afrontar estos retos. A grandes rasgos, estas líneas incluyen la diversificación de las fuentes de energía y abastecimiento (incrementando la contribución de las fuentes renovables), el ahorro y la eficiencia energética, la liberalización de los mercados y el desarrollo y control de las infraestructuras energéticas (que el documento califica como infraestructuras estratégicas críticas). Cabe destacar también la apuesta por un mercado europeo integrado para la electricidad y el gas natural, incidiendo en la necesidad de potenciar las interconexiones.
Obviamente estas líneas no suponen ninguna novedad para quienes se mueven en el mundo energético, pero lo que sí es de interés es verlas recogidas en un documento de estas características, un documento cuya importancia nos habla de la verdadera dimensión de la energía.
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