La reducción del consumo energético es fundamental si queremos luchar contra el cambio climático y reducir la dependencia energética, que en España era del 84% en 2009, según el Informe 2010 del Observatorio de Energía y Sostenibilidad en España de la Universidad Pontificia de Comillas. Entre las políticas que se pueden llevar a cabo para reducir el consumo de energía se encuentran medidas que provoquen un aumento en el precio de los productos energéticos, por lo que es muy importante tratar de conocer de antemano como van a reaccionar los consumidores ante estos incrementos, para poder diseñar políticas que sean realmente efectivas.
Si bien la industria y el transporte son las actividades que demandan más energía, el consumo energético residencial también es importante (en España se sitúa en torno al 17%) y, dentro de este consumo, la calefacción supone casi la mitad del consumo energético de las viviendas, según se desprende de los datos del Ministerio de Industria. De este modo, cualquier política dirigida a reducir el consumo energético de los hogares deberá tratar de reducir la demanda de energía para calefacción.
En este contexto, acabamos de publicar como documento de trabajo de Economics for Energy (Labandeira, Labeaga y López-Otero, 2011) un artículo en el que analizamos la demanda residencial de energía para calefacción en España. Puesto que la demanda residencial de energía normalmente es una demanda derivada, asociada a la compra de bienes duraderos energéticos (electrodomésticos, sistemas de calefacción y agua caliente, etc.), de forma que el hogar primero adquiere el bien duradero que consume energía y posteriormente, en función del bien que haya adquirido, decide su consumo energético, en este paper hemos utilizado un modelo distinto al empleado en anteriores trabajos (véase, por ejemplo Labandeira et al., 2006 o Labandeira et al., 2011, del cual ya hemos hablado en este blog), que nos permite tener en cuenta esa doble dimensión de la demanda de energía.
Hemos estudiado las tres principales fuentes de energía para calefacción de los hogares españoles (gas natural, combustibles líquidos y electricidad) y hemos comprobado que los precios de estos productos influyen significativamente sobre la elección de fuente de energía, de modo que cambios en los precios de los distintos combustibles incitarán a los hogares en el medio/largo plazo a elegir la fuente de energía más barata. Asimismo, hemos analizado la reacción de los consumidores en el corto plazo y los resultados nos muestran que los hogares reducen su consumo de energía para calefacción ante incrementos en el precio del combustible que utilizan, si bien esta reducción es menos que proporcional y varía en función del combustible. Por su parte, aumentos en el nivel de renta darán lugar a incrementos (de nuevo, menos que proporcionales) en el consumo de energía para calefacción.
Lo interesante de este trabajo es que los resultados obtenidos nos permiten realizar simulaciones de los efectos que sobre el consumo energético tendrían distintas políticas que provocasen un incremento en el precio uno o varios combustibles, teniendo en cuenta tanto el efecto a corto plazo sobre la demanda del producto cuyo precio se incrementa, como el efecto a medio/largo plazo de cambio en la fuente de energía para calefacción ante el encarecimiento de los combustibles objeto de la política con respecto a los demás combustibles. De esta manera, podremos tener una visión más realista de lo que se puede conseguir con las medidas de reducción del consumo energético de los hogares y saber sobre que productos energéticos debemos actuar y sobre cuales no dependiendo de los objetivos se persigan.
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