El 2 de agosto terminó en Sudáfrica un periodo de consulta pública sobre un esquema de reducción de emisiones que implantaría en el país un impuesto al carbono. El esquema contempla, entre otras cosas, la posibilidad de utilizar reducciones de CO2 domésticas (incluidos los CERs generados en proyectos sudafricanos) para compensar emisiones y evitar la tasación hasta en un 10% de lo emitido. También hay provisiones de destasación de un cierto porcentaje de emisiones para ciertos sectores sometidos a la competencia internacional, gradualidad temporal, etc. En China, hay siete sistemas de cap & trade pilotos, uno de los cuales ya ha comenzado, y los demás lo harán entre este año y el que viene. Parece que estos sistemas también van aceptar CERs procedentes de proyectos domésticos, aunque en este caso habría una migración previa del registro de Naciones Unidas a un Registro Nacional, para que la verificación se haga en casa. En Corea del Sur, el ETS que tiene que comenzar en enero de 2015, y que está ultimando su reglamentación, contempla asimismo el uso de reducciones de emisión domésticas, y todo apunta a que permitirá tanto las procedentes de su sistema voluntario como las de los proyectos MDL Coreanos registrados. En California, por otra parte, el esquema contempla la utilización de reducciones de emisión procedentes de protocolos desarrollados por la ARB (California Air Resources Board) que, aunque en principio no descarta la posibilidad de abrirse a ciertos proyectos con México o Brasil, de momento sólo acepta reducciones domésticas.
Nos encontramos en un momento, aunque el hundimiento del mercado europeo incline al desánimo, de una gran actividad en el diseño y desarrollo de esquemas de reducción de emisiones a nivel nacional y sub-nacional. La dificultad de seguir obteniendo acuerdos globales que dirijan la mitigación en la lucha contra el cambio climático, con el desplazamiento del único factible a 2015 (se implantaría a partir de 2020), ha ocasionado un cambio de enfoque, con un giro del acercamiento top down al bottom up, de un planteamiento de offsets internacionales que sirvan de moneda de intercambio en un gran mercado global, a uno de reducciones domésticas.
Es muy indicativo del cambio el que el último informe anual del mercado de carbono del Banco Mundial ya no se centre en los volúmenes del mercado europeo, como ha hecho tradicionalmente, sino que haga un recorrido por las diferentes iniciativas que están surgiendo en el mundo, y pase a llamarse Mapping Carbon Pricing Initiatives. En la misma línea se encuentra el informe anual de la IETA GREENHOUSE GAS MARKET 2012 New Markets, New Mechanisms, New Opportunities.
Y se siguen sucediendo las noticias en este sentido: el viernes 20 de septiembre la EPA hizo pública su propuesta de estándares de emisión para nuevas centrales eléctricas, el mismo día en que el presidente francés, Francois Hollande, volvió a hablar de un impuesto al carbono que Francia impondría partir de 2014, y del que tan bien explicó su historia Mohcine Bakhat en un post en este mismo blog.
Si estas iniciativas prosperan (la mayoría se encuentran aún en estadíos tempranos de desarrollo), lo que cabe preguntarse es el papel que pasará a tener Naciones Unidas y la Convención Marco de Cambio Climático, que hasta ahora había sido central. Hay que reconocer que Christiana Figueras, la Secretaria General de la Convención, se ha convertido, a través de su incesante actividad, en la gran impulsora de que las naciones actúen de manera previa al acuerdo. El acuerdo internacional no debe encontrarnos esperando, sino trabajando. En el seno de las reuniones del Caring for Climate, nos invitaba a las empresas que formamos parte a que empujáramos a nuestros gobiernos regionales, nacionales o locales a actuar. Administrativamente, por otro lado, la Secretaría está albergando la discusión acerca nuevos mecanismos y, lo que es más interesante, una línea de negociación llamada Framework for Various Approaches (FVA), que trataría de reflejar la realidad actual, explorando hasta qué punto La Convención puede seguir ofreciendo al menos un paraguas a los diferentes acercamientos que se implanten de manera fraccionada y que hagan posible, en un futuro, la vinculación de las diferentes iniciativas hacia planteamientos (¿mercados?) globales. La definición de su objetivo último y de su alcance aún está por ver, y puede ser, bajo mi punto de vista, uno de los debates más interesantes de la próxima COP que tendrá lugar en Varsovia del 11 al 22 de noviembre.
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