Una buena forma de comenzar el curso puede ser actualizarse un poco en las grandes tendencias del modelo energético global. Para sumergirme de forma rigurosa y amena he echado un vistazo a la información de la edición de 2013 del BP Statistical Review of World Energy, que supone una foto muy nítida de los grandes movimientos globales de energía, bajo los que se esconden “curiosidades” sobre las nuevas relaciones de poder económico, las vulnerabilidades derivadas de la dependencia energética, la evolución de la competitividad relativa del suministro energético de cada bloque económico...
A la espera de la presentación en otoño el World Energy Outlook 2013, que nos acabará de dar todas las claves del diagnóstico, podemos ir diseccionando algunas pequeñas reflexiones en base a las cifras de consumo energético, en particular de petróleo; la producción de recursos no convencionales (petróleo y gas natural); los precios por áreas geográficas de las materias primas energéticas; y las emisiones de CO2.
Comenzando por el consumo global, una de las primeras cifras que llama la atención es su ralentización hasta situarse su crecimiento en el 1,8% en 2012 (por debajo del 2,4% del año anterior). Dos tendencias contrapuestas han llevado a esta situación. Por un lado, el consumo mundial ha sido arrastrado a la baja por el bloque de países de la OCDE, cuyo consumo de energía cayó un 1,2%. Por otro, los países de fuera de la OCDE han arrastrado al alza la demanda, principalmente impulsados por China e India (que solas sumaron cerca del 90% de ese crecimiento). Más allá de la melancolía que pueda provocar ver como el menor dinamismo económico de la OCDE puede contribuir a un menor crecimiento del consumo energético frente al bloque no OCDE, es destacable que la OCDE ha registrado una fuerte mejora de la eficiencia energética de su economía, algo muy importante para explicar esta tendencia. Así, en 2012, la OCDE ha retrocedido el consumo de energía primaria hasta niveles de 2002, mientras que en ese periodo el crecimiento acumulado del PIB ha alcanzado un 26%.
En cuanto al precio del petróleo, es curioso observar cómo se ha producido durante 2012 una desconexión entre la oferta y la demanda no reflejada en los precios, que se han situado en máximos a pesar de que la producción mundial creció el doble que en 2011 (y muy por encima de la media) y, por el contrario, el consumo registro un débil incremento, por debajo de la media. Detrás de esta situación parece ser que se encuentra la variación de las existencias, especialmente en los países emergentes. En este sentido, se destaca la creciente preocupación por los riesgos de suministro, que ha llevado a China, por ejemplo, a aumentar sus existencias estratégicas por encima del conjunto de la OCDE. Este será un elemento importante de cara a modificar el equilibrio de poderes en el mercado mundial del petróleo.
Los recursos no convencionales, tanto gas natural como el petróleo, son la estrella de los análisis internacionales sobre el modelo energético: sus retos y soluciones. No es para menos. Si nos centramos en la comparativa entre Estados Unidos (EEUU) y la Unión Europea (UE), este fenómeno ha alterado variables tan relevantes como la dependencia energética, los precios, e incluso las emisiones de CO2:
- En cuanto a dependencia de petróleo, en 2005, EEUU y la UE importaban la misma cantidad de petróleo. Ahora las importaciones de EEUU son un tercio menores. Ello a pesar de los buenos resultados que ha obtenido Europa en reducir su consumo.
- La diferencia de precios de gas natural es muy relevante para la competitividad relativa de sus economías. En 2012 estas diferencias se han ampliado: mientras EEUU registraba los precios con la media anual más baja desde 1999, en Europa aumentaban a medida que la competencia mundial por el GNL se endurecía por el incremento de la demanda de Japón.
- EEUU registró a su vez la mayor reducción mundial de emisiones, más que la UE. Esto sorprende teniendo en cuenta la ambiciosa política europea de renovables o de aumento de la eficiencia. No obstante, todas estas mejoras se han visto sobrepasadas por el cambio de gas natural a carbón en la generación de electricidad en Europa.
En mi opinión, estos indicadores del “sueño americano” de los recursos no convencionales tienen detrás algunos interrogantes (el ritmo de agotamiento de los yacimientos, la viabilidad económica en distintos escenarios de precio, el impacto ambiental...); y no tenerlos en cuenta podría suponer primar los beneficios coyunturales sin conseguir establecer bases sólidas para la sostenibilidad del modelo energético. Una muestra de la velocidad a la que se mueve este sector (y los riesgos asociados) ha sido la reducción de un 46% en 2012 en las perforaciones de shale gas en EEUU como consecuencia de su pérdida de rentabilidad ante los bajos precios del gas.
Como reflexión final me gustaría destacar que un modelo económico sostenible debería necesitar cada vez menos energía para producir una unidad de PIB, y además, consolidar una senda de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero compatible con los objetivos de cambio climático.
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