Ya me he referido en un post reciente a la importancia energética, ambiental y económica del sector transporte. El transporte, especialmente el de carretera, ocasiona graves y crecientes problemas de congestión, calidad ambiental en las ciudades e importantes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Ante esto, algunos reguladores parecen optar por una visión grandilocuente en el medio plazo: por ejemplo, la hoja de ruta para un espacio único de transporte se imagina un sector que ha reducido sus emisiones de GEI en casi dos tercios, fundamentalmente gracias la hibridación y electrificación de los motores, en la Europa de 2050. Sin embargo, la experiencia hasta el momento no es demasiado halagüeña: a pesar de que se han aplicado numerosos instrumentos y políticas que afectan a este sector desde las crisis del petróleo de los años setenta (impuestos, estándares de consumo y emisión, etc.), su efectividad ha sido bastante limitada. No solo han aumentado considerablemente las flotas de vehículos en casi todos los países sino que también vemos coches más grandes y potentes en muchos mercados, y un uso más intenso de estos medios de transporte (asociados a una mayor demanda de movilidad).
Una respuesta para conseguir los grandes objetivos marcados por la hoja de ruta europea y estrategias similares puede ser la intensificación de los instrumentos que se han aplicado tradicionalmente sobre este sector: mayores impuestos sobre los carburantes, y alineados con los que gravan los automóviles, actuación sobre las infraestructuras y el transporte colectivo, estándares más estrictos de emisión, etc. Sin embargo, como ya indiqué en el post anterior sobre transporte, es posible que haya un límite para la aceptación social de este tipo de políticas correctoras. Nuevas opciones, como la que voy a comentar a continuación, pueden así interpretarse como medios para avanzar en esa dirección y no sujetos a tanta oposición social.
En una investigación que estamos a punto de presentar como documento de trabajo de Economics for Energy, Ibon Galarraga y Josu Lucas, ambos del BC3, se han unido a Ana Ramos y a mí para aplicar el método de precios hedónicos con el objetivo de averiguar si los certificados de eficiencia energética (regulados por una directiva europea, pero voluntarios hasta el momento) tienen efecto sobre el precio final pagado por los automóviles. Como en todo estudio hedónico, se trata de separar el efecto singular de la eficiencia energética sobre el precio final del producto. Para ello utilizamos los datos oficiales de características y precios de los coches disponibles en el mercado español y también utilizamos 'mystery shopping' para intentar aproximarnos a los precios reales que se obtienen en una selección de concesionarios y modelos de coches disponibles en España.
¿Por qué este estudio? Ya he contado una parte de la historia. Otra tiene que ver con las peculiaridades del sector español de transporte, muy dieselizado, con un stock algo obsoleto que causa problemas de contaminación local y global, y con un fuerte crecimiento del parque y de las infraestructuras asociadas en las dos últimas décadas (España es hoy uno de los países del mundo con más kilómetros de autopistas). Por ello una medida informativa, como el certificado energético de los vehículos, puede aumentar la efectividad de otros instrumentos y obtener por sí misma resultados positivos.
Pues bien, en nuestro trabajo observamos que los certificados energéticos sí tienen efecto sobre el precio de los automóviles: entre un 2.1% y un 5.6% más para aquellos vehículos que tienen un certificado A o B. Puesto que los certificados pretenden ofrecer información a los consumidores sobre las características de los productos que adquieren, sería muy interesante comprobar si el precio más elevado que están dispuestos a pagar los consumidores españoles por coches más eficientes se corresponde con los ahorros que obtendrían a lo largo de su vida útil. Esperamos ser capaces de responder a esto también, más adelante.
Cuando me compre un coche lo que tendré en cuenta no sera el modelo... Sin duda mirare que sea económico, que consuma muy poco, y que no contamine tanto al medio ambiente. Buen articulo
ResponderEliminarSaludos
Aurora