21 marzo, 2012

Políticas climáticas y huella de carbono

Es bien conocida la creciente preocupación sobre el cambio climático y sus consecuencias. A pesar de que la sociedad y los organismos, tanto públicos como privados, están cada vez más concienciados con este tema, parece necesario buscar soluciones rápidas y efectivas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Es por ello que, en estos últimos años, están apareciendo normativas y metodologías para inventariar dichos gases con el fin de buscar una manera de reducirlos. Por esta razón, mi primera entrada en este blog tratará de la huella de carbono, que permite conocer mejor los impactos ambientales y analizar el potencial para reducirlo.
Podemos definir, de manera general, la huella de carbono como la totalidad de GEI (medidos en unidades de dióxido de carbono equivalente), emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto. Este indicador nos permite medir el impacto que provocan las actividades del ser humano en los fenómenos de cambio climático, proporcionándonos la información necesaria para reducir los niveles de emisiones. 
A modo de ejemplo, en España la huella de carbono por persona es de 9,79 toneladas de CO2 al año. Para poder compensar estas emisiones tendríamos que plantar cada uno 49 árboles y aun así no se podrían neutralizar hasta 20 años después. Por ello es muy importante calcular la huella de carbono, que podría disminuirse mediante hábitos de consumo sostenibles: la reutilización, el ahorro de energía, el uso de transporte público… y el consumo de bienes con baja huella de carbono.
Actualmente en España no existe una normativa que obligue a las empresas a calcular su huella de carbono, el único acercamiento por parte del gobierno en este tema tuvo lugar a principios del 2011 cuando se creo un grupo de trabajo para introducir la huella de carbono como una variable más a tener en cuenta a la hora de dar contratos públicos. 
En esta entrada nos centraremos en la obtención de la huella de carbono de la empresa y de los productos, ya que son las que más emisiones producen. Y por este motivo la mayoría de los métodos de cálculo se centran en ellas. Para calcular la huella de carbono de una empresa, deben tomarse todos los datos referentes a los consumos directos o indirectos de materiales y energía de la empresa, mientras que para el cálculo de la huella de carbono de un producto se consideran las emisiones de cada una de las etapas del ciclo de vida del producto, desde que se adquieren las materias primas hasta que se eliminan sus desechos.
En definitiva, se puede decir que el principal objetivo de la huella de carbono es reducir las emisiones, pero también crear una ecoetiqueta de calidad que favorezca a los productos europeos. Esta ecoetiqueta permite que los ciudadanos puedan identificar, de una manera fácil, los productos con una huella de carbono baja, y puedan decidir si quieren actuar contra el cambio climático o no.
Por otro lado, entre las principales desventajas de la huella de carbono destaca la ausencia de una metodología unificada para su obtención y que su cálculo sea voluntario, por lo que es necesario buscar una metodología estándar. Entre los principales métodos de cálculo de la huella de carbono de la empresa cabe destacar el GhP Protocol, la primera iniciativa orientada a la contabilización de emisiones propuesta por los líderes gubernamentales y empresariales para entender, cuantificar y gestionar los GEI, así como el PAS 2060, que se centra en la compensación de las emisiones de GEI no reducibles y en la comprobación de la validez del carácter “neutro en carbono” de las iniciativas desarrolladas. En Francia se ha desarrollado el método Bilan Carbone (ADEME), que se caracteriza por una visión generalista muy completa (permite trabajar a nivel de empresas y eventos pero también de territorio y productos). También existen estándares internacionales, como las ISO 14064:2006 o la ISO 14067 (más actual). Cabe destacar, que los métodos empleados para el cálculo de la huella de carbono de un producto, al evaluar las emisiones de GEI durante su ciclo de vida, nos permiten obtener un inventario más real de los GEI. Dentro de este grupo se encuentra el PAS 2050, elaborado por el British Standards Institution (BSI), basado en la metodología del análisis del ciclo de vida del producto y en la norma de ecoetiquetado (ISO 14021). Existe además un enfoque mixto (método compuesto de las cuentas contables, MC3) que engloba a la huella de carbono de la empresa y la del producto. En este caso, cada eslabón de la cadena de valor calcula su propia huella y la pasa al siguiente, acumulándose así hasta llegar al consumidor final. Permitiendo que cada uno de ellos pueda poner su propia etiqueta a los productos, facilitando el proceso de ecoetiquetado global. 
Creo que sería interesante hacer llegar el concepto de huella de carbono tanto a las empresas como a la sociedad en general para favorecer no solo su concienciación sino también su actuación contra el cambio climático mediante una mejora continua de los productos o la discriminación por parte del consumidor entre estos. Por otra parte, la empresa puede beneficiarse de ventajas colaterales del uso de este instrumento: mayor prestigio y calidad de sus productos, publicidad, reducción de la factura energética, etc.

2 comentarios:

  1. Bienvenida al blog, Lúa, y gracias por la información que suministras sobre este concepto. Creo que la huella de carbono puede jugar un papel importante en las futuras políticas climáticas, por varios motivos: 1) podemos usarla para la aplicación de otros instrumentos, como impuestos sobre el carbono (de ello ya hemos hablado en este blog), 2) puede servirnos para conocer el coste ambiental real de muchos productos, incluyendo aquellos que se producen en economías emergentes y 3) puede orientar a consumidores y productores en sus decisiones... En fin, un campo de mucho interés y en el que es necesario trabajar más desde la Economía.

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  2. Me uno a la bienvenida! De hecho, un tema que está muy de actualidad, porque por ejemplo la Comisión Europea plantea utilizarlo para la nueva fiscalidad de carburantes (http://www.europeanenergyreview.eu/site/pagina.php?id=3566).

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