Este es un post invitado de Adela Conchado, investigadora en formación del IIT y la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad y coautora del informe anual 2013 de Economics for Energy.
La Unión Europea apuesta por un futuro
energético más sostenible. Eso es lo que reflejan sus objetivos a 2020,
su marco a 2030 (Libro
Verde), o su hoja de ruta
a 2050. Pero para hacerlo no solamente posible, sino además rentable,
parece imprescindible el papel de la innovación. Entonces, ¿tiene la UE una estrategia para promover la innovación en energía? Parece
que sí: la definen en esta
comunicación, recientemente publicada.
Y como hace unos meses publicamos nuestro
informe sobre innovación en energía en España(aquí
el informe completo, aquí
el resumen ejecutivo), nos ha parecido interesante analizar esta comunicación
de la Comisión desde la óptica de nuestro informe: ¿en qué se tocan y en qué se alejan la estrategia europea y nuestras
recomendaciones para España?
Aún teniendo en cuenta que los enfoques de
nuestro informe y de la comunicación de la Comisión son necesariamente
diferentes, en la base de las propuestas de ambos encontramos algunos
principios muy similares. Coincide sobre todo el énfasis en establecer prioridades y focalizar en
ellas los esfuerzos. La Comisión propone centrarse en aquello en lo que la
intervención de la UE aporta mayor valor añadido (programas y estructuras
supranacionales), establecer prioridades de forma fundamentada (en vista del
sistema de energía en su conjunto, buscando sinergias entre sectores, etc.), y
concentrarse en las tecnologías más prometedoras (aunque tratando a su vez de
mantener opciones abiertas). Esto está muy en línea con el análisis estratégico
de prioridades que proponíamos para España.
La Comisión habla también de la necesidad de movilizar la inversión haciendo uso de
diversos instrumentos financieros. Sin embargo, pone el acento en cómo reforzar
la inversión pública a nivel europeo, y no en cómo atraer mayor inversión
privada y coordinar los esfuerzos públicos y privados, como proponíamos
nosotros para España. Además, los esquemas de financiación que propone son más
bien continuistas, fundamentalmente subsidios y préstamos, sin aludir por
ejemplo a otros incentivos que nosotros mencionábamos, como pueden ser los
premios ante desafíos, que recompensan resultados y no sólo esfuerzo y pueden
desencadenar soluciones potencialmente más disruptivas. También mencionan que
podrían plantearse programas para mejorar el acceso a capital riesgo en línea
con lo
propuesto en Horizonte 2020, pero no queda claro hasta qué punto y de qué
manera la UE va a abordar el apoyo a proyectos de alto riesgo/alto potencial,
que tan claves pueden ser en el caso del sector energético.
Otro punto en el que la Comisión hace énfasis
es la integración: la integración de
acciones en toda la cadena de innovación (desde la fase de investigación hasta
la de consolidación comercial), y la integración de políticas energéticas y de
innovación. Esto es algo en lo que nosotros también insistíamos. Muy especialmente,
llamábamos la atención sobre cómo las políticas energéticas y la regulación del
sector pueden condicionar muy notablemente la innovación en energía, creando
incentivos o barreras. Para que los esfuerzos de innovación sean efectivos, es
muy importante que estén soportados por unas políticas y una regulación acordes
y favorables.
¿Y qué
he echado de menos en la Comunicación? Fundamentalmente
dos cosas.
Por una parte, la Comisión reconoce la
importancia de la innovación no sólo tecnológica, si no también a nivel social,
de modelos de negocio, de mercados… pero esto no parece reflejarse a la hora de
establecer los principios de su estrategia. Así, no se mencionan por ejemplo
esfuerzos de comunicación y educación
en la sociedad, que sí recogíamos en nuestro informe. Estos esfuerzos podrían
llevar a un mayor apoyo social de la innovación en energía, atraer más talento
y aumentar el conocimiento en el sector, fomentar una cultura emprendedora… En
definitiva, mejorar sustancialmente las condiciones para la innovación.
Por otra parte, la Comisión plantea una línea
de acción continuista (hablan fundamentalmente de ampliar o replicar programas
que ya existen a nivel europeo, o al menos en alguno de los países miembros).
Echo de menos planteamientos más
ambiciosos dada la magnitud del reto de la innovación en energía. Para
esto, puede ser útil mirar a otros países y valorar si sus programas e
instituciones de éxito tendrían sentido en el contexto europeo. En nuestro
informe mencionábamos algunos ejemplos de interés: ARPA-E, los Energy
Innovation Hubs, o los Energy
Frontier Research Centres en Estados Unidos, o el caso de los fondos de
inversión privados y el ecosistema emprendedor en Israel.
En cualquier caso, es muy positivo que la
Comisión manifieste expresamente en esta comunicación su compromiso con la
innovación en energía y plasme a grandes rasgos su estrategia. Como la propia
Comisión expresa, está en juego afrontar
los retos energéticos a 2020 y más allá, y mantener posiciones de liderazgo
tecnológico a nivel mundial.
Muchas gracias por esta comparativa Adela. Totalmente de acuerdo en la necesidad de formulas más ambiciosas, ya exitosas en otros países.
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