25 febrero, 2013

¿Es sostenible el sector energético Árabe?

La industria del petróleo juega un papel importante en el desarrollo social y económico de los países  árabes importadores de petróleo, que se benefician indirectamente a través de las remesas de los trabajadores, del comercio y la financiación de proyectos árabes bilaterales o conjuntos. Además, el sector del petróleo y del gas ofrece oportunidades de empleo en la exploración, producción, transporte, refinación y distribución. Según el Fondo Monetario Árabe (FMA), el sector de petróleo y gas represento cerca del 27 por ciento del  producto interno bruto total Árabe (PIB) en 2010.
Durante las últimas tres décadas, los países del CCG (Consejo de Cooperación del Golfo), los principales exportadores de petróleo, han sido testigos de una transformación económica y social sin precedentes. Los ingresos del petróleo han sido utilizados para modernizar infraestructuras, crear empleo y mejorar los indicadores de desarrollo humano. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre indicadores de desarrollo humano (IDH) muestra una fuerte correlación con el consumo de energía per cápita en la región. Los países con un IDH muy alto han tenido el mayor consumo de energía per cápita, como se indica en la figura 1. Sin embargo, el progreso en los indicadores de desarrollo humano ha ido acompañado con cambios en los patrones de consumo y estilos de vida como consecuencia de los ingresos del petróleo, lo que ha producido una mayor huella ecológica y una mayor demanda de recursos bioproductivos.
Figura 1 IDH y consumo de energía  (tonelada equivalente de petróleo) por habitante (2009)

Los Países árabes ocupan casi el 58% de las reservas mundiales de petróleo. La producción total de petróleo crudo de los países árabes ha promediado 21.3 millones de barriles diarios en 2010, lo que representa el 29,4% de la producción mundial. Además, la región árabe posee casi el 29% de las reservas mundiales de gas y asegura el 14,3% de la producción mundial de gas. Así, el sector de hidrocarburos en la región árabe ha tenido un compromiso a largo plazo para la seguridad del suministro energético en la economía global.
Las economías árabes dependen en gran medida del petróleo y del gas para satisfacer la demanda nacional de energía, y representaron casi el 97,3% del consumo total de energía en 2009. El petróleo representa el 52,5% del consumo total de energía, mientras que el gas constituye el 44,8%, y las renovables tan solo el 2,7%.
Es conveniente asimismo ser consciente que el sector de la energía juega un papel importante para satisfacer las necesidades de agua y alimentos en los países árabes. Las centrales térmicas (basadas en la cogeneración de calor y electricidad) se utilizan comúnmente para la desalinización de agua de mar en la región, que representa casi el 50% de la capacidad de desalinización del mundo. La electricidad de centrales a base de combustibles fósiles se utiliza como la principal fuente de energía para bombear y distribuir agua subterránea. Por lo tanto, la producción de alimentos en la región sigue dependiendo de la disponibilidad de los recursos energéticos. El cambio a fuentes renovables de energía debe ser una opción para asegurar el suministro sostenible de los recursos hídricos y la producción de alimentos en el futuro. Por otra parte, las economías árabes son muy vulnerables a la volatilidad del mercado petrolero mundial. Es cierto que los altos precios del petróleo generan mayores ingresos para los exportadores netos, pero añaden una tensión adicional sobre los ya tensos presupuestos públicos de los demás países árabes importadores de petróleo.
A pesar del papel fundamental del sector de la energía en el desarrollo económico y social de los países árabes, el sector se enfrenta a varios retos que perturban la transición hacia el desarrollo sostenible. En un contexto de creciente demanda, volatilidad de los precios, el agotamiento gradual de los recursos fósiles, y las crecientes preocupaciones sobre el cambio climático, los responsables políticos se enfrentan a retos importantes.
El acceso a la energía de poblaciones pobres y rurales de algunos países árabes como Marruecos, Argelia, Sudán, Yemen y Palestina representa un desafío para el desarrollo de esos países. Aunque el consumo de energía per cápita en los países del CCG es casi cuatro veces mayor que el del promedio mundial, más del 40% de la población árabe en las zonas pobres rurales y urbanas no tienen acceso adecuado a los servicios modernos de energía. Conviene también precisar que casi una quinta parte de la población árabe se basa en combustibles no comerciales, para usos energéticos distintos.
Por otra parte, las tasas de electrificación en los países árabes en el período 2007-2008 varió de hasta el 100% en Kuwait y Bahrein hasta un mínimo de 25-30% en Sudán y Yemen. Esto queda bien reflejado por la gran disparidad en los indicadores de consumo per cápita de energía entre los diferentes países árabes en 2009.  El consumo medio de energía primaria de 1,65 toneladas equivalentes de petróleo (tep) per cápita, es ligeramente inferior a la media mundial de 1,80 tep. Sin embargo, existen grandes disparidades en los niveles de consumo de energía entre los países árabes. El índice varía entre 0,32 tep en Yemen a 16,9 tep en Qatar. El consumo medio de un ciudadano qatarí es cerca de diez veces el del promedio mundial de energía. Sólo los países del CCG y Libia superan el promedio mundial per cápita de consumo de energía.
Otro desafío que enfrenta el sector energético en los países árabes es la fuerte dependencia de los combustibles fósiles finitos para satisfacer sus necesidades de energía, que a su vez conduce a una alta huella de carbono. El promedio de las emisiones de carbono per cápita en los países árabes juntos es de 4,1 toneladas de CO2 equivalente, casi acercándose a la media mundial de 4,3 toneladas de CO2 equivalente. De acuerdo con los informes estadísticos de la Agencia Internacional de la Energía, la huella de carbono per cápita de los países del CCG se estimó en más de cuatro veces el promedio mundial, lo que refleja el alto consumo promedio de combustibles fósiles. El elevado consumo de energía se atribuye al consumo energético intensivo de las actividades económicas tales como la desalinización, fundición de aluminio, la producción de cemento, y la gran demanda de climatización,  que es necesaria en condiciones climáticas adversas.
Basándose en gran medida en los combustibles fósiles, que son un recurso finito, es evidente que las tendencias actuales en el sector energético árabe no son sostenibles en términos económicos, ambientales o sociales. Para avanzar hacia la consecución de los objetivos de la energía para el desarrollo sostenible, la Estrategia Regional Árabe para el Consumo y Producción Sostenibles ha identificado un conjunto de objetivos estratégicos, entre los cuales se incluyen: la mejora la eficiencia energética, el aumento de la cuota de las energías renovables en la combinación de combustibles, y la difusión de las tecnologías para las energías renovables, especialmente en las zonas rurales y remotas. La misma estrategia ha identificado una larga lista de intervenciones políticas necesarias para alcanzar dichos objetivos. Estos incluyen la reforma de las tarifas de energía existentes a fin de integrar los costos ambientales y sociales, manteniendo los subsidios de energía (véase aquí) para los pobres, la mejora de la eficiencia energética, en particular en las industrias intensivas en energía, transporte y generación de energía eléctrica, el desarrollo de un amplio uso de las tecnologías de energías renovables y el apoyo a la gestión de la calidad del aire a través de una mejor planificación urbana y uso del suelo.

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