19 julio, 2013

¿Será el 'power-to-gas' el siguiente 'game-changer' en el entorno energético?

El sector energético está sujeto a cambios y sorpresas continuadamente. Hace algunos años se habló mucho del peak oil – por el momento este concepto ya no es tan relevante, mayormente por la llegada del fracking. Otro ejemplo es la eólica offshore. Pareció una solución renovable muy atractiva hace algunos años, pero últimamente surgieron dudas sobre si es realmente factible (ver mi post anterior sobre este tema). Otra evolución inesperada fue la fuerte reducción de costes de la fotovoltaica que pocos anticiparon (ver otro post anterior sobre esto). En fin, en el mundo energético siempre hay que contar con nuevos caminos y avances tecnológicos que cambian el entorno radicalmente. Por todo esto es muy útil buscar y informarse sobre nuevas tecnologías, porque estas tecnologías se pueden convertir  en otro “game-changer”, tal y como ocurrió con las nuevas técnicas de extracción de combustibles fósiles (fracking). En esta entrada quiero llamar vuestra atención con una tecnología llamada “power to gas” (o “volt to gas”). ¿Tiene esta tecnología el potencial para “cambiar el juego” energético en el futuro?
La idea del power-to-gas es atacar directamente a uno de los mayores problemas de nuestros sistemas energéticos: el del almacenamiento de la electricidad. Hoy en día la única forma económica de almacenar electricidad son los embalses regulables mediante bombeo, pero no representa una solución a gran escala por razones paisajísticas. Por esto, hoy en día la falta de sistemas de almacenamiento limita la utilidad de las fuentes renovables, ya que la producción renovable depende de las condiciones meteorológicas, con lo cual es volátil. Técnicamente el concepto de “power-to-gas” pretende convertir energía eléctrica en gas (sintético). En concreto la electricidad es procesada para obtener hidrógeno a través de la electrólisis. Luego se combina el hidrógeno con CO2 para generar metano (ver un esquema gráfico del proceso). El metano es perfectamente almacenable. De esta manera la volatilidad de muchas fuentes renovables ya no sería un problema tan crítico para la gestión del sistema eléctrico. La electricidad renovable excedente (por ejemplo durante días de mucho viento en el inverno, o días con radiación solar fuerte en verano) sería mas manejable. No sería necesario desconectar la turbinas eólicas para evitar sobrecargas del sistema eléctrico, simplemente se almacenaría la electricidad excedente en forma de gas para un uso futuro.
Otra ventaja de este método es la ya existente infraestructura del gas natural. En Europa ya existe una red de distribución y capacidad de almacenamiento. Además, el método no solamente sirve para solucionar el problema de la gestionabilidad de las renovables. También sería posible usar la capacidad excedente de centrales nucleares, por ejemplo. Este tipo de centrales operan de la manera más eficiente si pueden producir 24 horas al día y 365 días al año. Con la posibilidad de almacenar generación excedente durante tiempos de demanda baja (por ejemplo, por los noches), la eficiencia de estas centrales también se podría aumentar. Por estas razones, la tecnología power-to-gas es muy interesante para Francia, debido a  su gran capacidad nuclear instalada.
El gas sintético producido por el proceso sirve para generar electricidad de nuevo en cualquier momento, a través de centrales de gas/cogeneración. Igual de bien se puede utilizar para el transporte y/o en procesos industriales. Por ejemplo, la empresa Audi está investigando en esta tecnología con el fin de propulsar coches con el metano sintético. En un congreso reciente ya se comentó las múltiples posibilidades de aprovecharse de este “gas renovable”. Corinne Lepage, miembro del parlamento europeo y antigua ministra francesa de medioambiente, y Robert Bell, catedrático de la Universidad de Brooklyn (Nueva York), no descartan que el gas sintético tenga el potencial de convertir el fracking hidráulico en una tecnología obsoleta. Menudo game-changer sería esto!
Uno de los mayores desafíos para la tecnología power to gas está en la eficiencia de la conversión de electricidad a metano. El factor de conversión energético es de aproximadamente el 40% en una planta piloto cerca de Stuttgart. Según estimaciones, un factor del 60% podría ser alcanzable en el futuro.

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