Dado el alto interés que hubo en mi penúltima publicación en el blog sobre la captura y almacenamiento de carbono (Carbon Capture and Storage, CCS), volveré a dedicar esta entrada a este tema. En este caso voy a presentar más información sobre los desafíos a los que debe enfrentarse esta tecnología para convertirse en la herramienta de mitigación que esperamos pueda ser. También aprovecho para presentar en más detalle el proyecto piloto CCS español de Compostilla, situado en Cubillos del Sil.
Primero, miremos en detalle el estado tecnológico del CCS, empezando por la captura. La captura de carbono requiere un consumo de energía adicional. Esto significa que una central eléctrica tendría un consumo energético propio más elevado, si está equipada con un sistema de captura de carbono. Científicos del MIT estiman que la demanda energética exclusiva para la captura de carbono para una planta de gas natural de ciclo combinado es de 0.354 kWh por kg de CO2 procesado. ¡La captura de CO2 cuesta energía! Esta energía adicional tiene que ser producida, lo que provoca más emisiones. Además, el transporte al lugar de almacenaje también requiere recursos financieros y energéticos. Por lo tanto, un reto para el futuro de esta tecnología es mejorar su eficiencia.
Otra clave en el proceso es el almacenamiento final y permanente. Algunas formaciones naturales pueden acoger CO2 de una manera segura, entre ellos las formaciones permeables profundas con agua salina, los yacimientos de hidrocarburos agotados y/o las capas de carbón profundas, a varias escalas. Pero inyectar carbono en estas estructuras puede afectar la estabilidad del emplazamiento. Científicos de Stanford afirman que el almacenamiento de carbono cambia la presión dentro de las estructuras geólogas. Esto puede provocar pequeños terremotos y fisuras en las capas de rocas, incrementando la permeabilidad de estas estructuras. Estos riesgos ya han sido mencionados brevemente en los comentarios de mi anterior entrada sobre el CCS…
El escape de carbono de su almacén tendría un resultado catastrófico. En primer lugar, el CO2 llegaría a la atmósfera, donde aumentaría el efecto invernadero – algo que se quiere evitar desde el principio. Como todo el proceso de captura, transporte y almacenamiento lleva un coste financiero y energético adicional, la situación sería aún peor que no haber realizado ningún tipo de esfuerzo en capturar y almacenar el CO2. Adicionalmente, un escape de carbono del lugar de almacenamiento (leakage) puede causar daños a los sistemas ecológicos. Un grupo de investigación de la Universidad de Edimburgo está investigando los posibles daños al sistema marítimo en las costas británicas, relacionado con la fuga de carbono en almacenes en esta zona.
Es por estas razones por las que la investigación y el aprendizaje son tan importantes para los sistemas de CCS. El MIT ofrece un mapa interactivo con todos los lugares de plantas piloto de CCS en el mundo, en el que está disponible información sobre cada proyecto.
Tal y como muestra el citado mapa, en España también hay un proyecto de CCS. Está situado en Cubillos del Sil en el noroeste de Castilla y León, cerca de Galicia. El proyecto está cofinanciado por el Programa Energético Europeo para la Recuperación (PEER). Se trata de una planta termoeléctrica, y el almacenamiento del carbono se realiza en un acuífero salino. Los detalles sobre las fases de captura, transporte y almacenamiento de este proyecto en concreto están disponibles aquí.
Los proyectos pilotos de CCS son importantes porque el aprendizaje es clave para que el CCS se pueda convertir en una herramienta válida de mitigación de emisiones. Esto también lo indicaron en una reciente conferencia en Londres sobre cómo impulsar la tecnología CCS.
Primero, miremos en detalle el estado tecnológico del CCS, empezando por la captura. La captura de carbono requiere un consumo de energía adicional. Esto significa que una central eléctrica tendría un consumo energético propio más elevado, si está equipada con un sistema de captura de carbono. Científicos del MIT estiman que la demanda energética exclusiva para la captura de carbono para una planta de gas natural de ciclo combinado es de 0.354 kWh por kg de CO2 procesado. ¡La captura de CO2 cuesta energía! Esta energía adicional tiene que ser producida, lo que provoca más emisiones. Además, el transporte al lugar de almacenaje también requiere recursos financieros y energéticos. Por lo tanto, un reto para el futuro de esta tecnología es mejorar su eficiencia.
Otra clave en el proceso es el almacenamiento final y permanente. Algunas formaciones naturales pueden acoger CO2 de una manera segura, entre ellos las formaciones permeables profundas con agua salina, los yacimientos de hidrocarburos agotados y/o las capas de carbón profundas, a varias escalas. Pero inyectar carbono en estas estructuras puede afectar la estabilidad del emplazamiento. Científicos de Stanford afirman que el almacenamiento de carbono cambia la presión dentro de las estructuras geólogas. Esto puede provocar pequeños terremotos y fisuras en las capas de rocas, incrementando la permeabilidad de estas estructuras. Estos riesgos ya han sido mencionados brevemente en los comentarios de mi anterior entrada sobre el CCS…
El escape de carbono de su almacén tendría un resultado catastrófico. En primer lugar, el CO2 llegaría a la atmósfera, donde aumentaría el efecto invernadero – algo que se quiere evitar desde el principio. Como todo el proceso de captura, transporte y almacenamiento lleva un coste financiero y energético adicional, la situación sería aún peor que no haber realizado ningún tipo de esfuerzo en capturar y almacenar el CO2. Adicionalmente, un escape de carbono del lugar de almacenamiento (leakage) puede causar daños a los sistemas ecológicos. Un grupo de investigación de la Universidad de Edimburgo está investigando los posibles daños al sistema marítimo en las costas británicas, relacionado con la fuga de carbono en almacenes en esta zona.
Es por estas razones por las que la investigación y el aprendizaje son tan importantes para los sistemas de CCS. El MIT ofrece un mapa interactivo con todos los lugares de plantas piloto de CCS en el mundo, en el que está disponible información sobre cada proyecto.
Tal y como muestra el citado mapa, en España también hay un proyecto de CCS. Está situado en Cubillos del Sil en el noroeste de Castilla y León, cerca de Galicia. El proyecto está cofinanciado por el Programa Energético Europeo para la Recuperación (PEER). Se trata de una planta termoeléctrica, y el almacenamiento del carbono se realiza en un acuífero salino. Los detalles sobre las fases de captura, transporte y almacenamiento de este proyecto en concreto están disponibles aquí.
Los proyectos pilotos de CCS son importantes porque el aprendizaje es clave para que el CCS se pueda convertir en una herramienta válida de mitigación de emisiones. Esto también lo indicaron en una reciente conferencia en Londres sobre cómo impulsar la tecnología CCS.
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