A principios de este mes Economics for Energy, en colaboración con la Fundación Ramón Areces, trajo a Madrid a Vaclav Smil, profesor emérito Universidad de Manitoba y miembro de la Royal Society of Canada, para hablar sobre los “mitos y realidades de la energía: acercando la ciencia al debate de política energética”. Smil, uno de los mayores expertos interdisciplinares en los campos de la energía, medio ambiente, población, producción alimenticia, innovación, etc. impartió una conferencia muy interesante por aportar puntos de vista sobre la energía que normalmente no se encuentran en los foros dedicados a estos temas. A continuación resumimos algunas de las ideas y conclusiones expuestas.
El profesor comenzó con una reflexión sobre uno de los principales problemas de la energía; que la sociedad no la tiene en cuenta, y por lo tanto no la valora. Smil mostró algunos datos sobre la evolución de la población mundial y su correlación con el consumo de energía y otros datos económicos. En apenas 100 años la población mundial se multiplicó por cuatro y el consumo de energía por tres (ver figura 1). Expuso datos de densidad de población en ciudades como París o Mongkok (Hong Kong), advirtiendo que estas concentraciones solo son posibles gracias al consumo masivo de energía (principalmente combustibles fósiles). Destacó que desde 2007 más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Este hito es posible gracias, según el profesor Smil, al consumo masivo de carne. Además explicó que su investigación se centra en obtener la correlación entre la concentración de población y la capacidad de producción de alimentos.
Fig.1 - Tendencias globales. |
A continuación Smil mostró la evolución del consumo de energía por sectores, donde se pudo observar que en la Europa medieval, por ejemplo, el consumo doméstico era el predominante. En la actualidad otros sectores han ido posicionándose por delante; transporte, producción, servicios, etc. Asimismo, el consumo de energía per cápita en la Europa del siglo XIV era de entorno a 50 GJ/año mientras que el consumo actual de EEUU se acerca a los 400 GJ/año.
Una vez hecho el repaso histórico de la evolución de la energía, se centró en el comportamiento que tenemos con respecto a su consumo en la actualidad. Justificó nuestra dependencia de los combustibles fósiles por su elevada densidad de energía y capacidad de almacenamiento, en contraposición a las fuentes de energía renovables (ver figura 2). Además, para Smil hemos cambiado tanto los hábitos de consumo energético que “incluso consumimos sin estar presentes”, en clara alusión a los consumos “fantasma” (stand-by de televisores, reproductores de música, etc.).
Fig. 2 - Fuentes de energía en función de su densidad energética y el área que ocupan. |
Pero para Smil, en el debate energético no se tiene en cuenta el tipo de energía más valiosa, la energía necesaria para producir alimentos. Puso ejemplos de la evolución en la producción de biomasa más eficiente (trigo bajo, con hasta un 55% de composición en fruto). Para alcanzar el actual nivel de producción de biomasa, destacó la importancia de la síntesis del amoniaco, necesario para fertilizar los campos, que utiliza principalmente gas natural y crudo como materia prima para su producción.
Por último, el ponente mostró gráficamente un estudio en el que aseguraba que a partir de un cierto nivel de consumo de energía per cápita no se aumenta el desarrollo humano (entorno al 80% del índice de desarrollo humano, figura 3). Adicionalmente, también expuso datos sobre el consumo energético y la felicidad por países, subrayando que no existe correlación entre estos dos factores. Por tanto, como conclusión final, destacó que no es necesario un consumo de energía tan elevado como el actual en ciertos países. Entonces, ¿por qué consumir tanto?
Fig. 3 - Índice de Desarrollo Humano en función del consumo energético por países. |
Tanto la presentación como el audio de la conferencia se pueden obtener en:
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