Un tema que siempre me ha interesado, incluso a nivel personal, es el análisis de los efectos del cambio de hora (a finales del mes que viene llega el próximo), en especial sobre el consumo de energía. Como ya recogí hace tiempo en esta entrada en Soitu, no está nada claro que el cambio de hora ahorre energía (que, al fin y al cabo, es la razón por la que siempre se ha defendido). En España, además, contamos con el efecto añadido de que nuestra zona horaria no es la que nos corresponde geográficamente: efectivamente, desde la Segunda Guerra Mundial, España usa la zona horaria GMT+1 (la que se utiliza en la Europa continental), aunque realmente nos correspondería la GMT+0 (la de Greenwich). Es decir, que en España siempre amanece y anochece al menos una hora más tarde que en el resto de Europa. Por tanto, no sólo cabe preguntarse por el ahorro que implica el cambio de hora en otoño y primavera, sino también por el impacto sobre el consumo de energía de mantenernos en la zona horaria GMT+1.
Este fue el objetivo de un proyecto fin de carrera realizado por Iván Feito, de ICAI, el curso pasado. El proyecto tenía un carácter exploratorio, porque para empezar no sabíamos siquiera si podríamos contar con datos para estudiar el efecto. Básicamente, la idea era contar con datos de consumo eléctrico (de REE) y de gas natural (de Enagas) para emplazamientos similares con distinta longitud geográfica, y así explotar la variabilidad en el número de horas de sol en distintas zonas de España en lo que respecta a su consumo de electricidad y gas. Desgraciadamente sólo pudimos contar con tres puntos de consumo eléctrico y otros tres de consumo de gas. Por tanto, los resultados tienen una representatividad muy limitada. Sin embargo, sí que parecen sensatos, y dan una primera aproximación de lo que podríamos esperar si se cambiara la zona horaria.
Si pasáramos a la zona horaria GMT+0, amanecería más temprano, y también anochecería antes. Dicho de otra forma, tendríamos más luz natural al levantarnos e ir a trabajar, y menos por la tarde-noche. Por tanto, lo esperable es que se reduzca el consumo energético por la mañana, y que aumente por la noche. También podríamos esperar cambios en las fuentes energéticas: más luz equivale a menos electricidad para iluminación, y en verano más electricidad para aire acondicionado, pero también, en principio, menos gas para calefacción.
Los resultados obtenidos son coherentes con esta intuición: la simulación realizada indica un ahorro de entre el 1 y el 2% en el consumo de electricidad, y un incremento medio del 4-5% del uso de gas natural (para los dos hay un ahorro por la mañana y un aumento por la tarde-noche). En términos globales, el pasar a la zona horaria GMT+0 supondría un aumento del 1,5% en el consumo total de energía en España.
En el caso del cambio de hora de verano, los resultados, que también hay que manejar con mucha precaución, nos dicen que se gasta más en electricidad, pero se ahorra en gas (el efecto contrario que antes, ya que el cambio de hora implica que hay más horas de luz por la tarde). El efecto conjunto es de ahorro de energía.
Además de lo poco significativo de los resultados por el pequeño tamaño de la muestra, hay que recordar que el análisis es estático, y que sólo estamos considerando electricidad y gas. Por ejemplo, si anochece más tarde, podríamos esperar que la gente tuviera más actividades de ocio (y por tanto que aumentaran los desplazamientos y con ellos el consumo de combustible). Pero evaluar estos cambios es mucho más complejo, porque no hay registros horarios del consumo de gasolina o diesel fácilmente obtenibles.
Además, sólo estudiamos puntos en la zona norte de España, donde la penetración del aire acondicionado es mucho menor. Posiblemente en la zona sur el mayor gasto en electricidad por el aire acondicionado hiciera que el ahorro del cambio de hora fuera menor.
Por supuesto, el impacto en la energía no puede ser el único factor para establecer un cambio de hora, aunque, como decía antes, esta fue posiblemente la razón por la que se estableció en un primer momento: hay efectos sobre la salud, sobre la economía (si anochece más tarde, la gente sale más y gasta más), y limitaciones institucionales (parece difícil ponerse ahora a cambiar las directivas europeas, por ejemplo). Pero en cualquier caso, sí parece interesante seguir explorando estos efectos energéticos del cambio de hora para tener estimaciones más precisas de los mismos. Ello requiere mejorar los modelos de análisis y conseguir una muestra mejor de datos, algo que esperamos hacer este curso.
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