De las subvenciones a los precios de los combustibles en África "se benefician más los ricos que los pobres". Esta constatación fue confirmada por un estudio del Banco Mundial publicado en abril de este año en Washington, en el "Africa's pulse". Se trata de un análisis semestral sobre las cuestiones que afectan a las perspectivas económicas del continente africano, en el que los resultados obtenidos apuntan a que "estos subsidios son demasiado altos y representan una pérdida media del 1,4% del Producto Interior Bruto (PIB) de cada país". De 25 países, seis, sobre todo los exportadores de petróleo, han gastado en 2011 un 2% o más del PIB en subsidios a los combustibles. Las pérdidas en estos países representaban casi 2,5 veces los niveles observados en países importadores de petróleo. Los resultados de las encuestas realizadas en 12 países de todo el mundo muestran que de estas subvenciones "se benefician sobre todo las familias más ricas".
Frente a la subida de los precios del petróleo en todo el mundo, una serie de países africanos aumentaron los precios del combustible en el mercado nacional. Por ejemplo, en 2011, los ghaneses han tenido que soportar un aumento acumulado de entre 35 y 60 por ciento de los precios del combustible. En la misma dirección, Mozambique ha aumentado los precios del combustible en 2011 (un 10% en abril y el 8% en julio) y Guinea ha adoptado medidas para reducir su subsidio a los combustibles. Nigeria, por su parte, eliminó el subsidio de combustible diesel a principios de enero de 2012 pero, tras unas protestas que duraron semanas, una parte de esta subvención fue repuesta. A principios de junio de este año la decisión del gobierno marroquí de aumentar los precios del combustible ha provocado fuertes reacciones de los profesionales del sector del transporte, y muchos sindicatos consideran que este incremento afectará negativamente tanto al transporte como a los productos de consumo, por lo que a la vez afectará al poder adquisitivo de los ciudadanos. En Marruecos, los precios de los combustibles se han revisado al alza, con un aumento de alrededor del 20% para la gasolina y del 10% para el diesel después de un recorte parcial de los subsidios.
El Banco Mundial recuerda, así, que estos aumentos de precios no siempre son fáciles de implementar, como lo demuestran las huelgas y las manifestaciones violentas que tuvieron lugar en muchos países africanos tras la decisión de los gobiernos de eliminar el subsidio para los combustibles. "Que los pobres se manifiesten en contra de la eliminación de los subsidios a los combustibles que benefician a los ricos muestra cómo los aspectos de gobernanza son importantes en el continente", dicen los autores del “Africa’s pulse”, que consideran que "eliminar estas subvenciones es un tema muy delicado desde el punto de vista político”.
En realidad hay muchos argumentos a favor de la eliminación de los subsidios a los combustibles. El primer argumento se basa en la idea de que los subsidios al consumo privan al país de los recursos que son críticos para otros sectores prioritarios. Por ejemplo, en 2011 el subsidio a los combustibles era el equivalente al 30% del gasto total del gobierno federal de Nigeria, y aproximadamente el 12% y el 3% del presupuesto del gobierno federal en Camerún y Ghana respectivamente. Esto contrasta claramente con la proporción de gasto público en salud en esos países. El segundo argumento indica que los subsidios a los combustibles son regresivos en sus efectos: según las estimaciones del FMI, el 65% de del total de los subsidios a los combustibles en África han sido para los más ricos, que representan el 40% de los hogares (2010). Según la Agencia Internacional de la Energía, los más pobres, que representan un 20% de la población, obtuvieron un 8% de los 409 millones de subsidios en 2010. Estas cifras ponen de manifiesto la desigual distribución de los beneficios de las subvenciones y la ineficacia de los programas de subsidios, especialmente los subsidios al consumo. El tercer argumento se basa en el hecho de que los subsidios alientan las exportaciones ilegales de combustible porque los subsidios al consumo de combustible han sido históricamente asociados con una conducta de búsqueda de rentas. Por ejemplo, los precios de la gasolina en Benin y Camerún son más de un 200% mayores que el precio subvencionado en Nigeria. Esto constituye un incentivo importante para los vendedores de contrabando de productos derivados del petróleo a través de las fronteras. Cuanto mayor sea el margen entre los precios internacionales y los precios subsidiarios del petróleo, mayores serán las rentas de la comercialización ilegal de petróleo, que a su vez crean un incentivo para el contrabando. Los subsidios podrían también desincentivar la inversión en infraestructura energética, ya que en los países exportadores de petróleo, los subsidios al consumo de productos derivados del petróleo desalientan la inversión del sector privado en la infraestructura de la refinería, puesto que es relativamente más barato importar productos terminados de petróleo que refinar en el país, especialmente cuando el coste de la refinería es mayor que los aranceles de importación del gobierno. La existencia de un exceso de capacidad y la incapacidad para competir contra las importaciones subvencionadas crea un desincentivo para la inversión privada en infraestructuras de refino de petróleo. Finalmente, la eliminación de subsidios a los combustibles también podría aliviar los problemas ambientales mediante la reducción de consumo de petróleo y de las emisiones de gases de efecto invernadero. La Agencia Internacional de la Energía estima que la reducción de los subsidios a la mitad en los países no-OCDE podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 12% en 2050.
El mayor desafío para la eliminación gradual de los subsidios mal dirigidos es la capacidad de las autoridades a resistir la reacción social y la política de ciertos intereses creados. La eliminación de los subsidios puede ser la mejor solución, si está complementada por medidas alternativas que han sido tradicionalmente utilizadas para disminuir el coste de la eliminación de los subsidios, como los subsidios cruzados y las transferencias compensatorias. Por otra parte, hay que pensar también en programas innovadores de asistencia social para apoyar a los hogares pobres y vulnerables, y así hacer frente a este drástico incremento de precios.
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