El cambio climático es uno de los grandes retos del siglo XXI. El informe de 2011 de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la generación de electricidad basada en energías renovables se triplicará entre 2008 y 2035, bajo el escenario de un mayor uso de las energías renovables. La generación de energía hidroeléctrica contribuye de forma sustancial para atender la creciente demanda de electricidad en el mundo. El informe añade que la proporción de energías renovables en la generación mundial de electricidad se incrementará de un 19% a casi un tercio (casi lo mismo que el carbón). El aumento principal se debe a la energía hidroeléctrica y a la energía eólica, pero la energía hidroeléctrica tendrá un mayor peso en el periodo descrito. Se prevé que la generación de energía hidroeléctrica mundial podría crecer casi un 75% desde el año 2008 al año 2050 en el escenario business-as-usual (BAU), pero que podría crecer alrededor del 85% con respecto al mismo período en un escenario con medidas energéticas profundas para reducir los gases de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, incluso en este último escenario, el aumento de generación de energía hidroeléctrica proporcionaría solo el 2% de las reducciones de las emisiones totales de gases de efecto invernadero del sector de la energía eléctrica mundial; en comparación con el escenario BAU para el año 2050 (con todas las tecnologías renovables proporcionando casi un 33,5 % de reducción de GEI en el sector de la energía). Según la AIE, el potencial real para la energía hidroeléctrica mundial es de 2 a 3 veces mayor que la actual generación, con gran potencial de desarrollo en África, Asia y América Latina.
Sin embargo, África ha sido considerada como "el continente más vulnerable a los impactos previstos del cambio climático" por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Véase la entrada de Xavier). El continente tiene uno de los sistemas de agua más variables del planeta, y sus ríos, habitualmente experimentan grandes oscilaciones en el flujo. Los modelos climáticos pronostican en las próximas décadas, menos lluvias y temperaturas más altas en gran parte de África - y por tanto menos caudal de los ríos, y una mayor evaporación en los embalses. Un importante informe elaborado en 2006 muestra que un aumento de la temperatura de 3 a 6 grados centígrados provocaría una reducción del agua disponible en el sur de África hasta en un 50%. Un estudio sobre el clima de la Universidad de Ciudad del Cabo dice que "será como borrar del mapa a los ríos”. Por ejemplo, la variación en el río Zambeze (uno de los cuatro ríos más largos de África) se estima que es diez veces mayor que la de la mayoría de los ríos europeos. Esta situación sólo va a empeorar con el cambio climático. Algunos cambios ya se han notado durante la última década: por ejemplo en Uganda, entre 2004 y 2006, los niveles de agua en el Lago Victoria descendieron a 10,4 metros, muy por debajo del promedio de 11,5 metros, y la generación hidroeléctrica se ha reducido en más de 100 MW en el mismo periodo. Según el Ministerio de Energía ugandés, la pérdida de generación resultante ha contribuido a una caída del PIB de 1.3 puntos (desde el 6,2% previsto al 4,9% ) entre 2005 y 2006. La energía térmica se introdujo para mitigar el impacto de las interrupciones de energía, pero ésta es una fuente de energía más cara y ha demostrado ser inaccesible para los consumidores porque la tarifa eléctrica aumentó en más de un 100% en 2006. Además, el gobierno tenía que subsidiar la energía térmica con una carga financiera de 50.000 dólares anuales.
La dependencia hidráulica en África (source: www.internationalrivers.org) |
A pesar de este riesgo hidrológico, se sigue apostando por la instalación de miles de megavatios de energía hidroeléctrica en los ríos de África (incluyendo a muchos de los más inestables y propensos a la sequía). En la planificación de estas presas no se ha incluido un análisis adecuado de los riesgos de la variabilidad hidrológica natural, y mucho menos los impactos a medio y largo plazo que plantea el cambio climático.
En África, según los datos de la Agencia Internacional de Energía, 587 millones de personas no tienen electricidad, solamente cerca de dos quintas partes de la población del continente tiene acceso a un suministro regular. Sin embargo, según un nuevo informe de las Naciones Unidas, la energía hidroeléctrica - una forma de energía renovable - podría abastecer todas las necesidades de electricidad de África. En este momento, sólo alrededor del 32 % de la energía del continente proviene de la energía hidroeléctrica, pero hay un gran potencial para el crecimiento (véase mi entrada anterior). No obstante, existen dos obstáculos principales para el aprovechamiento de este recurso: el primero es que no hay suficientes recursos financieros y el segundo es la necesidad de cooperación. Los ríos hacen grandes fronteras internacionales, lo cual no es exactamente adecuado para los países que quieren construir grandes presas porque tienen que llegar a un acuerdo con los otros gobiernos. Algunos gobiernos africanos ya han comenzado a reconocer la importancia de los proyectos de cooperación de la electricidad y varios ejemplos importantes han comenzado a surgir, incluyendo el Southern African Power Pool (SAPP) y la West African Power Pool. Éstos reúnen a grupos de empresas nacionales de electricidad bajo la autoridad de la Comunidad de Desarrollo del África Meridional y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, respectivamente. SAPP ha creado una red eléctrica común entre sus 12 estados miembros, y este tipo de cooperación transfronteriza está aumentado, pero sin políticas energéticas locales y regionales claras, sin inversiones y sin una gestión seria y sostenible la reducción de los riesgos que conlleva la energía hidroeléctrica en África no será posible.
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