Últimamente está en boga hablar de eficiencia energética. Quizá por el cansancio, o impopularidad actual, de justificar muchas actuaciones en el sector energético para conseguir mejoras ambientales (particularmente de cambio climático). O quizá porque son muchas las voces que indican que estamos ante medidas relativamente baratas y que permiten conseguir simultáneamente varios objetivos: económicos, ambientales y de seguridad energética.
Luis Rey ya se refirió en este blog, hace unos días, a un trabajo que publicamos Pedro Linares y yo el año pasado en el Journal of Economic Surveys sobre la economía y políticas de eficiencia energética. En él hablamos de las paradojas económicas de la eficiencia energética: por qué no se invierte más en estos asuntos (energy efficiency gap), o por qué aparatos más eficientes en muchas ocasiones no consiguen ahorros en el uso de energía (‘efecto rebote’). También nos ocupamos de posibles políticas que, como norma general, requieren que los precios de la energía reflejen el coste real de ésta. No obstante, ésta es una condición necesaria, no suficiente, por lo que habitualmente se precisa una compleja combinación de instrumentos y aproximaciones. Pero quizá es necesario dar un paso atrás y dejar claro que la eficiencia energética no es un fin en sí misma sino un medio para conseguir otros fines: ambientales (menos emisiones), económicos (uso de menos recursos, aumento de competitividad) y de seguridad energética (menos dependencia exterior).
En Economics for Energy estamos muy interesados en estos temas. Nuestro próximo informe, en el que están trabajando duramente Pedro Linares, Klaas Würzburg y Pablo Pintos, se ocupará de los costes de distintas medidas de eficiencia energética en España. Xiral López está trabajando conmigo en la actualidad en la compleja relación entre el consumo de productos energéticos y de los bienes que originan dichos consumos, lo que puede darnos pistas sobre las medidas a aplicar y sus previsibles resultados. Luis Rey está comenzando a investigar en las políticas de eficiencia energética en los edificios. De hecho, hace un par de meses me invitaron a participar en una interesante jornada en el IESE sobre esta cuestión, financiada por la Fundación Alcoa. Allí pude descubrir lo poco que sabemos y que hemos hecho los economistas sobre la eficiencia energética en este sector, especialmente cuando lo comparamos con el esfuerzo que empleamos en otros asuntos (como la regulación del sector eléctrico o las políticas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero). Esto es muy grave porque se trata de un sector crucial en consumos energéticos, con una gran inercia (la mala construcción de un edificio generará un flujo inmenso de consumos y emisiones futuras) y múltiples fallos de mercado y problemas informacionales que hacen difícil que se adopten las decisiones individuales adecuadas.
Sobre eficiencia energética en edificios se habló también en París, hace un par de semanas, en la conclusión de un proyecto transatlántico de gran alcance. Aunque no participé formalmente en los trabajos de este proyecto, dos amigos y colaboradores lo coordinaban (Michael Hanemann de UC Berkeley y Frank Convery de University College Dublin), por lo que me invitaron a las dos últimas reuniones en Berkeley y París. Aunque la variada temática del proyecto es apasionante (desde políticas puntuales de eficiencia energética al papel de ésta en los paquetes de estímulo contracíclicos), y sus participantes gente muy brillante (he de decir que las contribuciones de la gente de la Agencia Internacional de la Energía fueron excelentes), hubo un tema que me llamó especialmente la atención: la eficiencia energética en Asia.
Si bien esta cuestión se trató en Berkeley, con presencia de expertos chinos e indios, las presentaciones sumario de París fueron fantásticas. En el caso japonés llama la atención la intensa atención regulatoria y la detallada actuación sobre el sector industrial. En China, a diferencia de lo que a veces nos creemos, su fuerte apuesta por la eficiencia energética y los buenos resultados obtenidos en un país ‘gestionado por ingenieros’. Finalmente, India no quiere quedarse atrás y está aplicando rápidamente políticas en este campo. Si los documentos reflejan contenidos de alta calidad, su presentación por los expertos de Berkeley (China e India) fue simplemente espectacular y demuestra su inteligente apuesta temática y en excelencia.
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