Una de las principales críticas a las renovables es la falta de disponibilidad de algunas de sus fuentes, como pueden ser la eólica o la solar. Actualmente la energía eléctrica necesita ser generada en el momento en que es demandada para ser consumida, dicho de otro modo, la electricidad generada en un instante debe ser la misma que la consumida más las pérdidas producidas en la generación y transporte. Sin embargo, a medida que aumenta la cantidad de electricidad generada a partir de recursos intermitentes, como la eólica o la energía solar directa, el suministro de energía puede no coincidir con la demanda llegando a tener que disponer de otros medios de generación eléctrica preparados para suplir una posible desconexión repentina de parques eólicos por un temporal, por ejemplo. El almacenamiento de energía contribuiría a un mejor aprovechamiento de la electricidad generada por este tipo de fuentes bajas en emisiones de CO2.
Red Eléctrica de España (REE) dispone de una serie de opciones para ajustar las variaciones de la demanda y la oferta, incluyendo la regulación de la potencia de generación de las centrales que lo permitan, la gestión de la demanda y el bombeo. La acumulación por bombeo, donde el agua es bombeada a un depósito (embalse) de alta en los momentos de baja demanda de electricidad que luego se usa para generar electricidad en las horas de alta demanda, es el principal tipo de almacenamiento de la electricidad utilizado a gran escala.
Sin embargo, se están desarrollando nuevas formas de almacenamiento de energía que podrían empujar a una mayor participación de las renovables en el mix energético. Un ejemplo de este impulso por solucionar el problema de la indisponibilidad solar apareció recientemente en los medios de comunicación. Se trata de la primera planta solar termoeléctrica comercial del mundo que aplica, en la tecnología de torre central, el almacenamiento térmico en sales fundidas. Gemasolar, ubicada en Sevilla, puede generar energía eléctrica 24 horas al día (puede generar durante 15 horas sin aporte solar). El sistema de acumulación de sales permite retener hasta el 99% del calor durante un lapso de 24 horas, aumentando considerablemente el factor de carga.
En el Parque Eólico Experimental de Sotavento, situado entre Lugo y A Coruña, están llevando a cabo un proyecto para producción de hidrógeno con energía eólica. Consiste en alimentar con la electricidad generada por aerogeneradores un electrolizador que separa el agua en hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno obtenido es comprimido y almacenado para ser utilizado posteriormente como combustible en un grupo de generación eléctrica.
Otro imaginativo modo de almacenamiento es el propuesto por la empresa canadiense Thin Red Line Aerospace. Por medio de un balón de aire comprimido (Energy Bag), de gran resistencia a altas presiones, que se ancla al fondo marino de manera que una bolsa de 20 metros de diámetro a 600 m de profundidad puede acumular 70 MWh. Esta tecnología fue pensada inicialmente para el almacenamiento de la energía generada por parques eólicos offshore.
A largo plazo hay grandes expectativas en el almacenamiento de energía mediante baterías en tanto en cuanto los vehículos eléctricos vayan formando parte del parque automovilístico. El vehículo eléctrico puede verse como un sistema de almacenamiento reversible, de esta manera y con la ayuda de las smartgrids, puede almacenar energía eléctrica por la noche, cuando la demanda de energía es menor, e inyectar energía a la red en las horas punta de demanda. Esto contribuiría a aplanar la curva de la demanda.
En conclusión, estos y otros ejemplos más o menos exóticos (volantes de inercia, SMES, supercondensadores, etc) contribuirán a la participación de mayores cotas de renovables en el mix energético, a la disminución de potencia de generación de apoyo costosa y en muchos casos contaminante y al aprovechamiento de energía gratuita y limpia que actualmente REE, en ocasiones, debe desconectar y “tirar”.
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