El pasado 1 de enero de 2014 se inició la Presidencia Griega bajo unas perspectivas muy poco optimistas, fundamentalmente condicionadas por la debilidad económica de este país que, según muchos analistas, tendría su reflejo en la falta de liderazgo político para impulsar las grandes iniciativas que tiene en marcha la UE.
A lo largo de este post, resumiré las cuestiones energéticas y medioambientales a las que se otorga un mayor papel en la hoja de ruta de la Presidencia Griega.
En el ámbito energético, una de las cuestiones más importantes es la poca competitividad de los precios de la energía en Europa, fundamentalmente desde dos puntos de vista: 1) como input necesario para la competitividad de una economía europea maltrecha; y 2) asequibilidad de la energía para hogares (todo ello muy relacionado con el auge de la pobreza energética). Este es uno de los debates más importantes, dinamizado por el análisis que está llevando a cabo la Comisión Europea sobre los precios y los drivers de los costes de la energía, cuyos principales resultados se debatirán en el Consejo Europeo y de Energía de marzo para emitir, previsiblemente, unas Conclusiones en el Consejo de Energía de junio.
El análisis de los precios finales de la energía en Europa es uno de los principales retos que tiene la UE sobre la mesa. El problema no es sólo que los precios de los distintos estados miembros sean elevados, en gran medida porque están cargados de conceptos de coste derivados de decisiones de política energética y social que cada uno de ellos ha ido adoptando. Lo realmente preocupante es que hoy por hoy las estadísticas europeas hacen muy difícil realizar una comparativa realmente rigurosa entre los precios de la electricidad de los distintos países. Una muestra de ello es la fuerte polémica creada por la filtración de un borrador del informe que está elaborando la CE en la que se contabilizan como costes de redes en España partidas que no tienen nada que ver con la distribución, como son las primas a las energías renovables y otros costes de política territorial y energética.
Otra de las tareas pendientes es la concreción de un marco 2030 para las políticas de energía y clima (se presentará una comunicación sobre el tema a finales de enero), que se abordará también en el Consejo de Energía de marzo. Este aspecto es crucial para que los inversores tengan la certidumbre necesaria para movilizar los recursos para hacer las inversiones que garanticen un suministro energético seguro y sostenible desde el punto de vista económico y medioambiental. Sin ese marco va a ser muy difícil que el sector energético haga frente a los retos que se le exigen en materia económica y medioambiental.
Otras cuestiones pendientes (viejos conocidos de la agenda energética europea) son:
- Avanzar en la consolidación del mercado interior de la energía. Durante esta presidencia se discutirá el informe periódico de la Comisión Europea sobre el Progreso de la implementación del mercado interior de la energía; con el objetivo de identificar las cuestiones urgentes que se necesitan para dar cumplimiento al acuerdo del Consejo Europeo en el que se contempla completar el mercado europeo en 2014. En esta línea, también se deberá supervisar la implementación de los Proyectos de Interés Común (PCIs) e identificar el trabajo pendiente para cumplir el objetivo 2015 de eliminar el aislamiento energético (Consejo Energía de junio).
- Avanzar en materia de protección del consumidor energético, con medidas concretas para reforzar sus derechos, haciendo un especial hincapié en los consumidores vulnerables y la mitigación de la pobreza energética.
- Revisar y extender el Tratado de la Comunidad de la Energía (expira en 2016) , para consolidar el papel y la voz de Europa en un mercado energético global cada vez más complejo y competitivo.
- Lograr un acuerdo con el Consejo sobre la propuesta de Directiva sobre calidad de los combustibles.
En el ámbito medioambiental y, en concreto, en la lucha contra el cambio climático, la Presidencia Griega no lo tendrá fácil, porque tendrá que trabajar en la definición de la posición de la UE para el Acuerdo Internacional sobre Cambio Climático de 2015, en un contexto en el que: están sin definir el nivel y la naturaleza de los objetivos 2030, la crisis económica sigue presente en toda Europa, la competitividad energética sigue siendo la principal prioridad política… Tengo dudas sobre si el liderazgo griego será suficientemente fuerte para incorporar todos estos elementos en un paquete de clima ambicioso, y sobre los avances que se producirán de cara a la ratificación del segundo periodo del protocolo de Kioto.
Tampoco parece que se vaya a avanzar mucho en el ámbito de la fiscalidad energética y medioambiental si bien, una vez más, se menciona en el discurso inicial el objetivo de avanzar en la tramitación de la Directiva que revisa la fiscalidad de productos energéticos.
Otra cuestión medioambiental muy importante que está en agenda es el desarrollo del Paquete de Calidad del Aire presentado en diciembre de 2013 (que incluye la revisión de la Directiva sobre los valores límite de las emisiones, ratificación del Protocolo revisado de Gotemburgo…).
Por último, volviendo al título de este post (que extracta una frase del primer ministro Antoni Samarás en la inauguración); espero que esta presidencia sea la de la esperanza (“a presidency of hope”), pero que vaya más allá y consiga avances prácticos en la implementación de todas las cuestiones, que ya están en marcha, y que son básicas para hacer frente a los grandes retos del modelo energético europeo.
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