Entre las
explicaciones que generalmente se encuentran para entender la falta de
inversión en eficiencia energética por parte de los hogares está la
incertidumbre. Por ejemplo, a la hora de adquirir aparatos eléctricos más
eficientes o realizar obras de aislamiento, los consumidores se enfrentan a una
serie de inseguridades relacionadas con el ahorro final que van a conseguir, el
correcto funcionamiento de una nueva tecnología, generalmente más moderna, e
incluso la evolución de los precios de la energía, que determinará el retorno
de dicha inversión. En esta situación, es de esperar que aquellos consumidores
más adversos al riesgo prefieran no invertir en eficiencia energética, lo que
explicaría la aparente falta de inversión en este mercado. A pesar de que
muchos investigadores han identificado la incertidumbre como una de las
principales barrera de mercado, hasta el momento existen muy pocas evidencias
empíricas sobre dicha hipótesis.
El experimento que realizaron en 2014 Qiu y otros investigadores en Arizona y California es una de esas pocas investigaciones que trataron de medir si las preferencias de los consumidores ante el riesgo están realmente relacionadas con las decisiones sobre eficiencia energética. Para ello, los autores realizaron una encuesta a través de internet a 432 propietarios de viviendas residenciales. En la primera parte de ese cuestionario se midieron las preferencias ante el riesgo de cada hogar. Para ello se utilizó una metodología que consiste en presentar al individuo una serie de loterías que se diferencian entre ellas por el valor esperado del premio y por el riesgo asociado, entre las que éste ha de elegir. Un punto muy interesante de este experimento es que debido a que existen evidencias de que las preferencias ante el riesgo dependen del contexto, las loterías utilizadas en este experimento, consistieron en dos electrodomésticos que se diferencian solo por el ahorro energético potencial a lo largo de la vida útil del aparato. Pinchando sobre el siguiente cuadro se pueden ver las alternativas entre las que el individuo tiene que elegir, opción A o B.
En la segunda parte
del cuestionario se presentaron preguntas relacionadas con la energía, entre
las que se incluyeron las características de sus casas, las adquisiciones
previas de electrodomésticos, así como las reformas realizadas, y sus motivos y
actitudes con respecto a la eficiencia energética. Es Importante señalar que
entre estas preguntas también se averiguo si la familia pensaba mudarse en los próximos
cinco años y cuánto tiempo llevaba viviendo en esa casa.
Una vez recogida
toda esta información, los investigadores aplicaron diferentes modelos econométricos
y determinaron que aquellos consumidores más adversos al riesgo tienen menos
probabilidad de adoptar medidas tecnológicas de eficiencia energética, excepto
para el caso de los aparatos de aire acondicionado. Por lo tanto, confirmaron
la hipótesis de que la incertidumbre que existe en el mercado de la eficiencia
energética en el sector residencial supone una barrera de mercado que impide su
correcta difusión. Este trabajo contribuye así al análisis del comportamiento
de los hogares en relación a la eficiencia energética, que como ya comentaba
Pedro en su última entrada en este blog, abre muchas posibilidades para diseñar
políticas públicas alternativas para aquellos casos en los que los instrumentos
de precios presentan limitaciones.
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