En un working paper reciente, Ana Ramos investiga sobre los efectos de la información en la eficiencia energética, recopilando toda la evidencia al respecto. Uno de los apartados que me parecen más interesantes es en el que se analiza la experiencia respecto a las facturas con información comparada, porque ponen en juego un mecanismo que puede ser muy poderoso: la persuasión moral.
En efecto, cuando enviamos información en las facturas (por ejemplo, el consumo de los vecinos) estamos apelando no sólo al bolsillo (que también, indirectamente), sino también al deseo de ajustarse a la norma social: no queremos ser considerados unos derrochadores, más bien queremos ser como todos los demás. Es cierto que a veces la norma social puede tener efectos perniciosos (el consumo conspicuo de Veblen), cuando queremos ser más que los demás...pero esto es lo que se trata de aprovechar precisamente para ahorrar energía. Y lo cierto es que se consigue: OPower es el caso paradigmático en EEUU, tal como nos señalan un par de artículos académicos, el de Ayres et al y el de Hunt Allcott. Lo atractivo además de este tipo de motivaciones para la eficiencia energética es que son muy baratas, tanto en términos de costes de implantación como de distorsiones en estructuras de precios o similar.
Además, hay que recordar que, en muchas ocasiones, las señales de precio para ahorrar energía en el sector residencial han resultado ser poco efectivas, tanto por la poca elasticidad demanda-precio del consumo de energía como por los fallos de comportamiento (o de racionalidad) de los consumidores, que a veces no parecen tomar las decisiones más razonables desde el punto de vista económico cuando se trata de ahorrar energía (también se estudia esta cuestión en el paper de Ana).
Por todo esto, resulta muy interesante el reciente estudio de Ito et al en Tokyo, en el que han comparado tanto la efectividad como la eficiencia de estas dos medidas, la persuasión moral (motivación intrínseca) y los incentivos económicos (motivación extrínseca). Sus conclusiones son bastante claras: encuentran que la persuasión moral consigue reducir un 8% el consumo de energía, mientras que los precios elevados (critical peak pricing) consiguen reducir entre un 14 y un 17% el consumo. Además, el segundo instrumento logra una persistencia en sus efectos mucho mayor, logrando modificar comportamientos. Leyendo esto, parece que está claro que hay que utilizar incentivos económicos y dejarse de normas sociales, pero yo sigo sin estar totalmente convencido:
- Primero, la norma social como decía puede ser menos efectiva, pero más eficiente. Ito et al encuentran que tampoco, que es más eficiente el instrumento económico, aunque en este caso se debe a la persistencia.
- Segundo, hay que tener en cuenta que siempre es difícil extrapolar resultados de un país a otro, con culturas distintas, y estructuras de precios de la energía también distintas. Por ejemplo, el ahorro de energía que consiguen con persuasión es mucho mayor que el que lograba OPower...
- Tercero, creo que hay que tener en cuenta que la muestra empleada no es aleatoria, sino que fue reclutada con una interesante recompensa económica. ¿No podría ser que esto haya sesgado a la muestra hacia una mayor receptividad para el instrumento económico?
- Cuarto: hay muchas formas de tratar de persuadir. Ito et al lo hacían por las buenas (pidiendo ayuda a los consumidores), pero también se puede hacer por las malas (como en el caso de OPower antes mencionado).
- Para terminar: ¿qué pasaría si mezcláramos las dos?
Claramente este es un campo apasionante para seguir trabajando, y no en teoría, sino en la práctica, observando el comportamiento de los consumidores ante distintas actuaciones.
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