En una entrada anterior hablábamos sobre los instrumentos de información
como un complemento a las políticas de precios tradicionales. En aquella
entrada repasábamos los cuatro instrumentos de información que más difusión han
tenido hasta el momento. En esta entrada, presentamos, de forma paralela, otro
mecanismo de intervención pública que
comienza a recibir mucha atención por parte de reguladores y académicos: las
behavioral interventions o intervenciones de comportamiento. Al igual que los
instrumentos de información, este tipo de intervención surge por las
limitaciones que los instrumentos de precios presentan, y se basan en los
fallos de información y de comportamiento que presentan los consumidores a la
hora de tomar decisiones relacionadas con la eficiencia energética. Su objetivo inmediato es conseguir aumentos
en el nivel de eficiencia energética a través de cambios en los hábitos.
Como explicamos en otra entrada anterior, existen evidencias de que las
decisiones que toman los consumidores en materia de eficiencia energética incumplen
sistemáticamente los supuestos de racionalidad e información perfecta que asume
la teoría tradicional. El cuadro que aparece a continuación recoge algunos de
los fallos de comportamiento que más se repiten en el campo de la eficiencia
energética.
Fuente:
cuadro elaborado a partir de la clasificación utilizada por DellaVigna, 2009 en su trabajo Psychology andEconomics: Evidence from the Field.
Mientras que los instrumentos de información se valen de la información
para guiar a los consumidores hacia decisiones más eficientes, las
intervenciones de comportamiento se valen de nudges - o ‘green nudges’ en el
ámbito medioambiental -. Este término que se traduce al español como ‘empujón’
o ‘codazo’, hace referencia a cambios en el marco o contexto en el que se toman
las decisiones, que alteran el comportamiento sin prohibir ninguna opción ni
introducir cambios substanciales en los precios. El profesor Richard H. Thaler,
de la University of Chicago Booth School of Business, ha hecho famoso este
término, junto con el profesor Cass R. Sunstein, gracias a la publicación en el
año 2008 de su libro Nudge: Improving
Decisions About Health, Wealth and Happiness. En este libro utilizaron como
ejemplo ilustrativo de nudge - que más tarde se convertiría en el más utilizado
-, la exitosa decisión de los encargados
de los baños públicos del aeropuerto de Ámsterdam, que pintaron una mosca en
los urinarios masculinos para mejorar la puntería de los usuarios. Existen muchas
formas de nudges, pero generalmente se clasifican en:
- Modificaciones de las opciones ‘por defecto’. Un ejemplo aplicado al campo de la eficiencia energética es el aumento de uno o dos grados en la temperatura del aire acondicionado en edificios públicos, de oficinas o comerciales.
- Utilización de normas o presión social. Este tipo de nudge del que ya hemos hablado en otropost está recibiendo especial interés en el campo de la eficiencia energética. En particular consiste en incluir información sobre los hábitos de consumo del resto de los consumidores en la factura del gas o la electricidad. En principio las evidencias empíricas apuntan hacia ahorros de energía en torno a un 2%, que dependen fuertemente de la continuidad de la información.
- Establecimiento de objetivos a largo plazo.
- Uso de aparatos como páginas webs, para establecer determinados compromisos de consumo.
Los nudges han sido aplicados anteriormente en diferentes ámbitos como el de
la salud, para impulsar hábitos de alimentación más saludables, eliminar el
tabaquismo o realizar ejercicio físico. Sin embargo, durante los últimos años
ha aumentado el interés por determinar el efecto que el uso de estas
intervenciones podría tener en el campo de la eficiencia energética. El quinto
informe del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) recientemente
publicado, señala que los cambios técnicos y estructurales pueden no ser
suficientes para frenar el consumo energético y las emisiones de CO2,
y que los cambios en el comportamiento de los individuos pueden contribuir de
forma importante a dicha causa. En ese contexto, las intervenciones de
comportamiento pueden jugar un papel relevante para guiar a los consumidores
hacia decisiones más eficientes.
A pesar de que las evidencias empíricas sobre los resultados de este tipo de
intervención son muy escasas y no existe consenso acerca de su uso, muchos
gobiernos y corporaciones se han interesado por ellas. El gobierno de Reino
Unido creó en 2010 el Behavioural insight team, conocido popularmente como la
‘nudge unit’ para asesorar al gobierno de Cameron sobre las posibilidades que
las ciencias del comportamiento ofrecen a las políticas públicas. En la
actualidad esta es una institución privada que presta sus servicios no solo al
gobierno sino también a ONGs, empresas y cualquier otra institución que
contrate sus servicios. Por su parte, Cass R. Sunstein fue asesor de Obama
durante algunos años al frente de la Office
of Information and Regulatory Affairs, de la Casa Blanca, lo que le
permitió introducir sus conocimientos sobre nudges en la política del gobierno.
A pesar de que este tipo de intervención no es en ningún caso un sustituto de los instrumentos de precios, sí debe ser tenida en cuenta a la hora de definir paquetes amplios de políticas de promoción de la eficiencia energética, como un complemento.
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