Como era de prever, empiezan a surgir estudios sobre los problemas ambientales del shale gas, y uno de ellos, el de Howarth et al, ha hecho bastante ruido por sus implicaciones. Las dos reacciones más interesantes que he leído son las de Real Climate y la de Michael Levi. La conclusión: que el estudio apunta a un problema relevante, pero que no hay que tomarse las conclusiones al pie de la letra.
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