En estos tiempos de discusión acerca del modelo energético del futuro, de las políticas a implantar, o de las tecnologías a apoyar, el adjetivo sostenible no falta en ninguna de estas discusiones: todos quieren lograr un modelo energético sostenible. Lo curioso es que la manera de conseguirlo, o los atributos de esta sostenibilidad, cambian enormemente en función de quien lo diga. Y es que, como tantos otros conceptos “reclamo”, el de sostenibilidad ha sido usado (y abusado) en múltiples ocasiones y según conviniera al usuario, lo que ha resultado finalmente en un concepto que vale para todo y no sirve para nada.
Realmente, esta indefinición existe desde el comienzo; como ya decía Pezzey “A temptation when writing on ``defining sustainability" is to try to distill, from the myriad debates, a single definition which commands the widest possible academic consent. However, several years spent in fitful pursuit of this goal have finally persuaded me that it is an alchemist's dream, no more likely to be found than an elixir to prolong life indefinitely”.